Roura, del despacho a Zorrilla

Jordi Roura (Llagostera, 10-9-1967) llegó a La Masia en la década de 1980. Allí hizo amistad con una serie de futbolistas a los que se les apodaba, cariñosamente, como els golafres (los glotones), porque cada lunes llegaban de sus respectivas casas con grandes cantidades de comida. Dentro de ese grupo de amigos había nombres ilustres como el de Guardiola, Vilanova, Altimira o Sánchez Jara, entre algunos otros.

Roura llegó a debutar con el primer equipo del Barcelona (disputó 10 partidos oficiales), pero una grave lesión de rodilla lo apartó del fútbol a la temprana edad de 25 años. Fue en un encuentro de la Recopa de Europa contra el Milán: en el minuto siete de partido se lesionó el menisco de la pierna derecha y tuvo que ser sustituido por Soler. A partir de ahí, se recuperó, pero jamás volvió a ser aquel delantero luchador e incisivo al que Cruyff hizo debutar ante el Elche. Tras dejar el Barcelona en 1991 se marchó al Murcia y cerró su carrera como futbolista en las filas del Figueres.

Con Guardiola en el banquillo, Roura ya estaba en el staff técnico del equipo, aunque de una manera mucho más anónima. Su labor se focalizaba directamente en el análisis de partidos, siendo uno de los encargados de realizar informes sobre los técnicos rivales.