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LA LIGA AL MICROSCOPIO

El carrusel

El Barça goleó en Vallecas (0-5) y el Madrid respondió con el mismo resultado en Palma. Los dos grandes van cogiendo el ritmo, aunque sigue la ventaja de ocho puntos.

Cebolla Rosdríguez
Dani Sastre

Cebolla: la  garra de la Escuela 39. Ganó de nuevo el Atlético y lo hizo con el Cebolla en el once inicial. Sus minutos como suplente convencen a cualquiera, incluidos los que tuvo en Anoeta y que sirvieron para forzar la falta del gol de Falcao. Ese carácter combativo del uruguayo es fundamental para Simeone. Cristian es un tipo tranquilo, formado en la pequeña población Juan Lacaze, en la costa del Río de la Plata. Se formó en la Escuela 39 y desde siempre le llamaron Cabeza, no Cebolla. Sin embargo, se quedó con el segundo apelativo, el mismo de su padre. Algunos hinchas de Peñarol dicen que hace llorar a los rivales y también lo asocian al apodo. Tendría lógica. Su sacrificio es gasolina. Gasolina para un Atlético colíder.

Un sietemesino para el fútbol moderno. Cualquier pincelada de Valerón es fútbol del más alto nivel. Su acción en el gol del empate del Depor en Balaídos mereció violines de fondo. En realidad, toda su carrera. El canario fue siempre un adelantado al fútbol moderno y contemporáneo que hoy triunfa, el del toque y la combinación. Sus años en la Selección y en uno de los mejores Deportivos de la historia llegaron demasiado pronto, casi como si de un sietemesino se tratara. Entonces todavía no se apostaba del todo por lo que genios como él son capaces de hacer en un terreno de juego. Ahora sí. Ahora triunfa ese modelo. Por eso Valerón, pese a sus 37 años, sonríe y hace sonreír. Se agradece, Flaco.

Beckham como espejo del extremo diestro. Ebert se adueña de la banda derecha del Valladolid con una conjunción interesante de talento, llegada y carácter. El alemán llegó del Hertha de Berlín y no está defraudando. Había algunas dudas al respecto, para qué negarlo. Ebi, como le llaman sus amigos, fue un jugador caliente en su paso por la Bundesliga. Demasiado. Sus problemas con compañeros, entrenadores y rivales le alejaron en exceso del espejo que siempre se puso como buen interior derecho que es: David Beckham. Alguna lesión grave en la rodilla también frenó su prometedora carrera, pero la llegada al Valladolid está sirviendo de reciclaje. Ahora lucha, crea, asiste, marca. Sin polémicas. Sólo con fútbol.

La llamda de Zidane a Varane fue en plenos exámenes. Para un futbolista francés recibir la llamada de Zidane debe ser lo máximo. Imaginen si además se trata de un jugador joven y el motivo de la conversación es convencerle de que recale en el Madrid. Demasiado. A Varane le ocurrió la pasada temporada. Cuentan que estaba preparando los exámenes de Bachillerato (la Selectividad francesa) y que, de los nervios, le dijo que hasta que no los terminara no podría darle una respuesta. Todo el mundo sabe que, en la segunda llamada —ya más tranquila—, la respuesta fue afirmativa, pero lo que quizá no se sepa tanto es que aprobó aquellos exámenes que permiten ir a la Universidad. Otro ejemplo de capacidad de trabajo y humildad de este fantástico central, cada vez más asentado, cada vez más importante, cada vez más titular.

La repetida escena de patio de colegio. Los entrenadores y los árbitros protagonizan esta temporada una guerra que no conviene a nadie, en especial, a los aficionados. Paco Jémez se sumó —con su expulsión ante el Barça— a Tito Vilanova, Pochettino, Herrera, Djukic, Míchel y Manolo Jiménez como técnicos que tuvieron que marcharse al vestuario antes de tiempo. Siete en nueve jornadas. Son muchos. Más que nunca. No hay razón entendible para expulsar a un entrenador más allá del insulto, el menosprecio o la protesta continuada. Hubo casos entre estos, seguro, pero fueron los menos. No hay imágenes o escritos en las actas que demuestren lo contrario. Así, cualquier discrepancia o apreciación es entendida por los árbitros como una ofensa y eso afea la imagen de unos y otros. El partido se detiene, pierde su ritmo y los equipos, ambos, se ven perjudicados. Colegio de Entrenadores y Comité de Árbitros deberían sentarse y aclararlo antes de que la situación vuelva a repetirse. Si no, seguirán pareciendo niños de colegio peleados en un recreo...

Víctor Rodríguez, la estatura y el Barça. El Zaragoza se dispara al mismo tiempo que Víctor Rodríguez crece en el equipo. El excanterano del Barcelona superó un capítulo parecido al de Jordi Alba en su camino hacia la élite. Ambos, coetáneos, fueron descartados en La Masía por ser demasiado pequeños y tuvieron que buscarse la vida fuera. Jordi, en el Valencia; Víctor, en el Badalona. Precisamente desde allí ha llegado a La Romareda este talentoso centrocampista. De Segunda B a Primera. Sin obstáculos. Sin peajes. Aportando, además, un excelente golpeo a balón parado que se ha traducido en los goles de Postiga, en Granada, y Sapunaru, el domingo ante el Sevilla. La estatura no importa. Más bien es la calidad.

La sangre de Álvaro sigue emanando gol. Han tenido que pasar casi 800 minutos hasta ver marcar a uno de los delanteros del Getafe en esta Liga. Álvaro Vázquez lo logró en San Mamés y lo celebró besándose la muñeca, su gesto habitual. Los delanteros tienen manías y ceremonias particulares. Son de otra estirpe. Álvaro siempre se acuerda de sus familiares besando la parte interior de la muñeca, allí donde más cerca le queda la sangre que corre por sus venas. En el Espanyol y en la Sub-21 lo había repetido hasta la fecha, pero aún no había tenido la suerte de hacerlo como jugador del Getafe. Había nervios por ello. Prisas. Hasta que la muñeca de Álvaro apareció en Bilbao. Tranquilidad: el gol sigue en su sangre.

Adrián: el delantero bético con guantes. El beticismo tiene nuevo ídolo: Adrián. Ante el Valencia acabó imbatido y tan acertado como en sus anteriores encuentros de titular frente a la Real y Osasuna. La suya es una historia repetida entre jugadores de campo que acaban en la portería. Adrián comenzó jugando como extremo y delantero en el colegio sevillano Altair. Era rápido y goleador, dicen, pero también poseía la agilidad que un día le hizo ponerse de portero ante la ausencia de uno. La experiencia le gustó y acabó en el Betis. Tenía 10 años. Ahora, 15 después y tras dos experiencias como cedido en el Alcalá de Guadaira y el Utrera, es el nuevo dueño de la portería bética. El portero goleador. ¿El delantero con guantes?