Milán 2 - Roma 1 | Rival en Champions

Ibra es ídolo en San Siro

El sueco, tras un nervioso choque, remontó con dos goles el tanto de Osvaldo. Allegri arriegó a Thiago Silva y el brasileño recayó a los nueve minutos y se puede perder el partido ante el Barça.

Zlatan Ibrahimovic jugó en la Juventus y en el Inter, pero es la estrella, el ídolo y un Dios para los milanistas. Tras un choque duro, rugoso y peleado, el sueco supo imponerse a su ansiedad y finiquitó a la Roma con dos goles marca de la casa: uno desde los once metros y otro tras pelear un balón en la recta final del choque que acabó por cabecear en una pugna limpia para mantener a los lombardos en lo más alto de la tabla de la Serie A.

La primera parte comenzó con un Milán aparentemente seguro en el juego. A la Roma la bola no le duraba nada en su intento de jugar al toque. El plan de Luis Enrique parecía más que desacertado, desconectado, teniendo en cuenta que Totti tenía ante sí un horizonte de más de 30 metros libres para poder hacer llegar la bola a Osvaldo y Borini. De esta manera, con el paso de los minutos, el Milán fue cayendo en un aparente complejo de impotencia del que se notaba que podía alargarse para acabar ahogándole.

Influyó, sin duda para la grada, la recaída de Thiago Silva. El brasileño fue cuidado durante la semana y Allegri quiso arriesgar y le puede salir muy caro. A los 10 minutos, el brasileño alzó el brazo y al técnico se le encogió el corazón: Zambrotta fue el elegido para reemplazarle y al central comenzaron a hacerle las pertinentes pruebas para saber si estará en condiciones de medirse al Barça el miércoles en la ida de los cuartos de la Champions League.

El Milán quería, pero algo jugaba en su contra: Ibrahimovic se aceleraba por momentos y la ansiedad de sentirse responsable del ataque podía pesarle de manera desmesurada. El sueco lo probó de todas las maneras posibles, pero siempre se quedó lejos de gol. Sólo una acción aislada de El Shaarawy antes del gol romano sirvió para escuchar el rugido de San Siro, pero Stekelenburg respondió con reflejos. Pero ya en ese punto, la Roma había comenzado a rasear y tocar con criterio la pelota. Totti se sentía como un juvenil y el peligro podría traducirse en gol.

Apenas hubo llegadas capitalinas, pero la única que fue entre los tres palos acabó dentro. Fue a la salida de un córner que la pelota la empaló De Rossi y Osvaldo, agotado tras una primera parte muy física, desvió con la punta de la bota y provocó que la hinchada local la tomase con su equipo. Lo mejor que le sucedió fue que un minuto después se llegase al descanso, tiempo que Allegri aprovechó para retocar algunas cosas a la espera de una reacción inmediata.

Reacción. La del Milán llegó cuando la Roma estaba crecida y Totti quiso lucirse batiendo a Abbiati con un globo en el arranque de la segunda parte, pero el tiro salió demasiado elevado. Tras esa opción, los lombardos se quitaron el susto del cuerpo y creyeron tranquilizarse tras el gol de penalti transformado por Ibrahimovic. La mano de De Rossi fue clara tras el tiro de Ambrosini. Para colmo, tras el empate, Allegri le dio motivos de satisfacción a la grada: Boateng volvía al equipo tras tres semanas y eso era motivo de celebración. El ganhés quiso colaborar, pero su fuerza e intensidad no acabaron por dar los resultados deseados.

Al final, Ibra ganó la partida a la Roma y a su propio ego. Tradujo una esporádica ocasión en gol al rematar un balón mordido en la meta de Stekelenburg. Fue el delirio. El del sueco y el de los tiffossi, que ven al atacante en su esperanza para seguir con vida en lo que resta de temporada.

Palermo y Udinese empataron

En el segundo encuentro de la sesión sabatina de la jornada, el Palermo y el Udinese firmaron un empate (1-1), con un primer tanto del local Fabrizio Miccoli (m.31) e igualada, a falta de seis minutos para la conclusión, a cargo del rumano Gabriel Andrei Torje.

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