Europa League | Rennes 1 - Atlético de Madrid 1

Un puntito caído del cielo

Juanfran empató en el minuto 87. El poderío físico del Rennes apabulló al Atleti. Los de Manzano sólo espabilaron tras el gol de Montaño. Salvio, revulsivo.

OCASIÓN FALLIDA. Teophile-Catherine le roba el balón a Falcao justo antes de que el colombiano disparase ante Costil para marcar.

El Atleti se encontró un punto. Las cosas son así. Tan cierto como que ese puntito caído del cielo tiene una importancia anímica considerable conociendo el gen depresivo de este equipo y su afición. A 72 horas de un partido, este sí, fundamental contra el Sevilla, una segunda derrota con mala imagen habría disparado las hipersensibles alarmas rojiblancas, pero el postrero gol de Juanfran le da a Manzano unos días de tranquilidad para explicarle a sus jugadores que son buenos, pero no tanto; que a esto se juega corriendo y no andando; y que, si el otro es más fuerte, tú tienes que ser más listo y más hábil.

Todos esos pecados, resumidos en uno capital, la soberbia, cometió el Atleti en Rennes. Llegó sabiéndose superior y, como un entrenador es un entrenador en España, en Francia y en la Cochinchina, Antonetti colaboró al dejar en el banquillo a sus dos mejores futbolistas: M'Vila y Pitroipa. Así que el Atleti decidió que iba a ganar andando y con ese menosprecio a su rival se metió en un lío gordo.

Porque el Rennes es técnicamente limitado, pero físicamente imponente. Esta vez, los atléticos eran ellos. Ante la presión, los de Manzano no tuvieron más respuesta que tocar sin ir a ningún sitio hasta que alguien, normalmente Perea, cometía un error y devolvía la pelota a los locales. El colombiano tuvo una de esas tardes que hacen inútiles largos meses de rehabilitación.

Todo comenzó con una entrada a Theophile que desencadenó un extraño embrollo. Los dos jugadores atendidos y el árbitro haciéndose aún más líos que Perea. Que si no os dejo entrar, que si te amonesto pero le enseño la tarjeta a los capitanes para que te lo digan, que si llamo a Diego como capitán aunque no tenga brazalete, que si todos me miran como si fuera un marciano... En fin, ya saben, cosas de árbitros. De ese berenjenal volvió Perea inspirado: las pocas pelotas que logró controlar se las cedió amablemente a un contrario. Un desastre.

Por fortuna para el Atleti, la intensidad del Rennes no iba acompañada de calidad. Así que Courtois pasó una primera parte plácida, aunque no tanto como Falcao, que no vio pasar la pelota a menos de cinco metros ni una vez. Sólo un detalle de Adrián (que suplió a un Reyes cuya integración en este equipo no termina de cuajar) puso algo de picante entre el sopor.

Dormido. En el descanso, el Atleti en vez de espabilar se echó una siesta y regresó todavía más empanado. A su apatía en ataque sumó la extraña decisión de permitir que el Rennes tirara desde fuera del área cada vez que le diera la gana. Al cuarto aviso, el disparo de Montaño pegó en Domínguez y la parábola consiguiente dejó a Courtois sin opciones. Un justo castigo en forma de gol.

Sólo entonces reaccionó el Atleti, de la mano de Salvio, el primero que entendió que correr era mejor que andar y avanzar más práctico que retroceder. En cuanto le rondó la pelota, Falcao creó caos y el gol sólo se le escapó por un mal bote cuando iba a marcar a placer. Diego se sumó y con un disparo secó presentó en sociedad a Costil, que desvió al palo. Y el arreón del mal estudiante encontró premio cuando Juanfran resolvió bien un barullo en el 87'. No fue justo, pero sí muy útil. Y esperemos que educativo. Sin intensidad, el resto es aderezo.

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