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Balón de Oro para la cantera del Barça

El Kongresshaus de Zúrich será el escenario en el que se entregará el Balón de Oro de 2010. Tres jugadores azulgrana coparán el podio y darán sentido a muchos años de trabajo, en el que colaboraró e intervino mucha gente. En la alegría actual hay mucho sacrificio. AS se lo relata.

enric fontcuberta

El Barcelona vivirá esta tarde en Zúrich uno de los momentos cumbre de su historia. "Para nosotros es como ganar una Champions", dijo Sandro Rosell. No es para menos. Hoy, en el Kongresshaus de Zúrich se elegirá al mejor futbolista del 2010 entre Xavi, Iniesta o Messi. Los tres son del Barça y los tres se formaron en la cantera blaugrana. Más allá de su indiscutible talento, el premio también recae en una forma de hacer las cosas que funciona desde hace más de 20 años gracias a una manera de entender el fútbol que fundó Oriol Tort y que siguieron como discípulos una serie de personajes anónimos que también se merecen un reconocimiento. Son los forjadores de los balones de oro.

Iniesta.

No existe un sólo responsable de que hoy Andrés Iniesta sea el máximo favorito para recibir el Balón de Oro . Siendo justos, el primer responsable es José Manuel Malo, entrenador del Alevín A del Albacete que coló a Andrés en el Torneo de Brunete de 1995 a pesar de que por entonces jugaba en el B.

A ese campeonato, Iniesta llegó con la cabeza rapada para emular a Iván de la Peña. Por tanto, para Albert Benaiges, discípulo aventajado de Oriol Tort, fue fácil distinguirle. Benaiges, un entrenador bonachón que ejerce de padre de cientos de niños en la cantera barcelonista cada año, iba avisado. Germán Vaya, conocido como Mani, ojeador del Barça en la zona de Andalucía, ya le había advertido de que el Albacete tenía un niño que la rompía. Lo había visto en Plasencia.

Benaiges se enamoró de la manera de jugar de Andrés y no paró hasta traerlo a La Masia. Todo eso costó un año, pero Benaiges no dejó de dar la vara a los padres de Andrés. "No hace falta prueba ni examen. El niño entra directo en La Masia". Pero el crío no veía claro separarse de sus padres y de su hermana. Andrés fue el mejor jugador de esa edición de Brunete y el premio era un viaje a Port Aventura. Benaiges lo vio claro. Se fue a Port Aventura y secuestró al niño y a los padres para enseñarles el Camp Nou y La Masia.

Andrés regresó a Fuentealbilla y pasó el verano meditando. No veía claro irse a Barcelona. Entonces, intervino Oriol Tort, el desaparecido jefe de la cantera culé, y lejos de presionar al chaval le dijo "no tengas prisa, ven cuando estés preparado, las puertas del Barça estarán siempre abiertas para tí". Esas palabras llevaron a Iniesta a separarse de los suyos. Tenía 11 años y las primeras semanas se las pasó llorando. Menos mal que a su lado estuvo siempre Benaiges, que fue su primer técnico en el Barça, otro niño llamado Víctor Valdés que desde entonces es como su hermano y otros técnicos como el llorado Ángel Pedraza, con el que ganó la Nike Premier Cup de 1999.

Xavi.

Cuando el 10 de septiembre de 1999 murió Oriol Tort, Pep Guardiola, uno de los niños descubiertos por este maestro, dijo "desde hoy, el Barça es menos sabio". Tort, que había llevado al Barça a Sergi, De la Peña o Puyol y que se quedó con las ganas de traerse a Raúl o a Michel Salgado, nunca lo tuvo tan claro como cuando vio a un crío de seis años que jugaba en un equipo de barrio de Terrassa.

Cuentan que cuando Tort vio jugar al 6 de ese equipo sobre un campo de tierra se acercó al entrenador del equipo egarense para decirle: "Al 6 me lo quedaba ya mismo" y que el técnico, que era un viejo amigo de Tort, le respondió disimulando el orgullo, "pues es mi hijo". Tort supo ese día que Xavi, el hijo de su amigo Joaquim Hernández, acabaría jugando en el Barça. Pero la cosa costó. El padre de Xavi pensaba que su hijo era muy pequeño para ingresar en el Barça y le pidió tiempo a Tort. Desde ese día, Antonio Carmona, colaborador íntimo de Tort, tuvo que viajar mucho a Terrassa. Tort quería informes constantes de cómo evolucionaba el hijo de Joaquim.

El cerco se estrechaba, pero seguía habiendo el problema del desplazamiento. Xavi vivía en Terrassa y no veían claro en casa que se fuera a vivir a La Masia. Tort solventó el problema poniéndole al chico un taxi cuatro veces a la semana para que le llevara y le trajera de los entrenamientos mientras sus padres trabajaban. Fue el primer jugador que inauguró el servicio de taxi, ahora de lo más normal en todos los equipos. No obstante, a pesar de los entusiastas informes de Tort, Xavi, a diferencia de Iniesta, sí que tuvo que pasar un partido de prueba para certificar su ingreso en la cantera blaugrana. Fue un trámite, metió tres goles ante un Juan Manuel Asensi, por aquel entonces entrenador del Alevín, que no se lo pensó dos veces para contratar al fenómeno.

Messi.

Cuando eres el entrenador del mejor equipo de tu categoría es muy complicado que un chico que llega a media temporada no sólo se integre, si no que llegue a convertirse, pese a su timidez y su escaso tamaño, en el mejor de un grupo que ya era ganador. Alex García, entrenador del Cadete del Barça, tenía un equipo de ensueño. Alguno de los niños que entrenaba se llamaban Víctor Vázquez, Piqué o Cesc Fàbregas. Por eso, cuando Carles Rexach, por aquel entonces responsable de la cantera le dijo que le acaba de fichar a un chavalín de Rosario llamado Lionel Messi pensó "y a éste, ¿dónde le pongo?". Después del primer partidillo, en el que aquel diminuto jugador marcó seis goles, tuvo claro que Lio tenía que jugar siempre.

La historia de Messi se reparte entre los despachos y el terreno de juego. Si en el campo de fútbol García fue el primero en tratar de inculcarle a Lio que tenía que aprender a pasar la pelota porque no siempre iba a poder marcar después de regatear a todo el equipo rival, en los despachos las personas clave fueron Carles Rexach, Horacio Gaggioli, Josep Maria Minguella y el gran Joan Lacueva.

Gaggioli, argentino instalado en Barcelona y agente de jugadores, fue quien recibió en el 2000 una llamada desde Argentina de un colaborador que, entusiasmado, le dijo que en Rosario había un niño comparable a Maradona. Pero que era escuchimizado (1,40) y que necesitaba un costoso tratamiento médico para crecer. Gaggioli contactó con Minguella y fueron a verlo. No había duda, tenía que fichar por el Barça y lo trajeron a prueba. A los diez minutos de verlo, Rexach no dudó. "Se queda".

Pero el trámite se encalló en los despachos porque los burócratas de turno no veían claro eso de sufragar las inyecciones. A punto estuvo de irse la operación al garete y que la familia Messi regresara a casa, pero la determinación de Lacueva, que pagó de su bolsillo las primeras inyecciones, acabó por imponerse mientras en el bar del club de Tennis Pompeia, presidido por Minguella, Rexach le firmaba al padre de Messi el primer contrato del mejor jugador del mundo en una servilleta de papel que ahora decora en un marco el despacho de Minguella.

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