Supercopa de Europa | Inter - Atlético de Madrid

Forlán y Kun no temen al todopoderoso Inter

El Atleti busca su primera Supercopa con el espíritu de Hamburgo.

El todopoderoso Inter, campeón de Liga, Copa, Champions y Supercopa de Italia llega a Mónaco como penúltima parada en su reto de igualar el récord del Barça de seis títulos en un año. Le faltan esta Supercopa de Europa y el Mundialito de Clubes. El Atleti, más discreto, aparece con dudas y disfraz de víctima, pero... Pero si su espejo es el Barça, Benítez podría preguntarle a Guardiola en qué piedra tropezó la temporada pasada y la otra y... Exacto, el Atleti.

Este Atleti que al ganar la Europa League se quitó de encima la losa del Pupas y empieza a encontrar mucho de qué presumir, empezando por el mejor jugador del Mundial, don Diego Forlán, al que una exhibición puede lanzar hacia el Balón de Oro. Se lamentaban De Gea y Joel de que el balón de esta Supercopa era aún más imprevisible que el Jabulani. Viendo el rendimiento que le sacó el uruguayo en Sudáfrica a la volátil pelotita, el que debería preocuparse es Julio Cesar.

Y está Kun, más afilado que nunca a estas alturas. Y una defensa renovada y mejorada con Godín y Filipe Luis. Y un mediocampo donde, a falta de un Tiago poco rodado, Mérida suma calidad a la que ya aportaba Reyes. Y Quique con un verano entero para preparar sin improvisar. Hay argumentos, pues.

Fortaleza.

El Inter, ya saben, ha cambiado a Mourinho por Benítez para que todo siga igual. Un bulldozer, vamos. No es bonito, pero es implacable. Todo empieza en Maicon y acaba en Milito sin mucha lírica: vertical, rápido, fuerte y lejos. Entre medias anda Sneijder, que va y viene con sumo sentido del juego. Y Etoo, aún como falso extremo pero más liberado que con Mou. El Inter no te seduce, pero cuando te quieres dar cuenta ya te ha desnudado.

Por eso será indispensable que el Atleti controle su tendencia natural al despiste. Si no hace regalos, Forlán y Agüero garantizan varias ocasiones claras ante una defensa con dos centrales de tranco pesado (Lucio y Samuel) y cuyos laterales a menudo descuidan sus espaldas. Y esto no es fe, es ciencia.

Pero de fe, como tantas veces, también va el Atleti sobrado. Fe en su carácter imprevisible, en su deslumbrante delantera, en su portero imperturbable, en los 5.600 rojiblancos que gritarán como 56.000 en el Louis II. Primero fue Hamburgo, hoy toca Mónaco, espera Neptuno. El Atleti ha vuelto.

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