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La mejor sonrisa de Luis

"Ganar con mi país fue el momento de mayor felicidad de mi vida".

Antes de disputar los cuartos de final, Luis Aragonés estaba convencido de superar la maldición: "Dejen las bolsas en la habitación que de aquí no nos vamos", les ordenó a sus jugadores. Y repitió la instrucción en la semifinal.

La responsabilidad de los jugadores fue clave en el éxito, según recuerdan Luis y sus ayudantes: "En la primera fase los jugadores podían pasar fuera de la concentración el día libre y después el capitán se comprometió a que llegarían a las doce. Entrenamos todos los días y tras los partidos dábamos el resto del día libre".

Luis recordaba ayer, en conversación telefónica con AS: "Fue la mayor felicidad de mi vida, mi día más alegre porque ganar con tu país es lo máximo. A mí no me gusta exteriorizar mis sentimientos y ese día no pude evitarlo porque fui muy feliz".

Asegura que en ningún momento dudó sobre su continuidad. Diez meses antes, la Federación filtró y se publicó que Del Bosque sería su sustituto. "Aquello no me sentó nada bien, pero no quiero polemizar, ya está superado, no continué y punto", comentó ayer a este periódico un Luis pausado y reflexivo, sin ningún síntoma de resentimiento.

A Turquía.

Casi sin tiempo de saborerar el mayor éxito de su carrera y su mayor alegría, Luis Aragonés tomó un avión rumbo a Estambul para dirigir al Fenerbahçe. Tuvo posibilidades de renovar con la Selección, por más que repita socarrón: "¡No, no, no! Eso fue más cosa de mis ayudantes". Pero la oferta existió.

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