Liga Adelante | Huesca 0 - Nàstic 1

Roberto mata en casa

Un gol del punta del Nástic condena a un Huesca sin gol

GRAN ACTUACIÓN. Rubén hizo varias paradas de mérito en el partido de ayer y dejó su portería a cero.pablo otín

El desarrollo del partido en El Alcoraz nos la deja botando para introducir una buena ristra de tópicos y frases hechas. Pónganle ustedes las que consideren oportunas, ya que nos vamos a decantar por lo esquemático: en pocas palabras, el Huesca fue mejor, el Nàstic tuvo una inmensa fortuna y el resultado fue totalmente injusto en un partido que duró únicamente 45 minutos, porque la segunda parte fue tremendamente táctica -a gusto de los entrenadores, como se suele decir-, pero para el simple aficionado habría que haberla tirado directamente al contenedor.

Eso sí, el espectáculo nació ya en el minuto uno, justo al inicio, con una internada de Iriome a banda cambiada que Rubiato definió mal, obligando aún con todo a Rubén a comenzar el recital de paradas que amargaría la tarde a los oscenses. Del Nàstic, sin noticias, simplemente diez señores de blanco corriendo por el campo como pollos sin cabeza y viendo cómo las ocasiones eran azulgrana, una y otra vez, a lo martillo pilón.

El comentario era generalizado: el gol iba a llegar en cualquier momento. Y llegó, sí, pero en la portería contraria a donde debía. La conexión Roberto-José Mari funcionó y el madrileño cabeceó un excelente servicio del andaluz, que, tras tocar en el palo de la meta de Miguel, besaba las mallas. Cara de tonto en los futbolistas locales y a seguir peleando ante un conjunto tarraconense que tornó su uniforme por el gris para, de forma oscura, minar la confianza de los oscenses, que jugaban, tocaban y llegaban, pero no marcaban para la desesperación del público asistente.

El Nàstic se cierra. Doscientos noventa y tres minutos después le tocaba al Huesca dar la vuelta al marcador, pero no pudo. No pudo porque aunque lo mereció con creces en la primera mitad, no hubo acierto, y vistas las orejas al lobo, Ferrando se volvió italiano, se convirtió en Ferrandini y ordenó el catenaccio: bien colocaditos atrás y a esperar para matar. Lo pudo hacer Cherfa, que se equivocó en el centro convirtiéndolo en un balón al palo que pudo ser la sentencia, mientras que el Huesca tuvo opciones de empatar, pero se estrelló en su propio desacierto y en la muralla -ésta no fue romana- de los tarraconenses.

Alegría en unos -incidentes en el descanso por algunos impresentables aficionados granas-, amargura en otros. Ambos siguen su camino en la Liga Adelante ante la Real Sociedad y el Numancia la próxima jornada. Sólo un tópico para terminar: el fútbol no deja ni saborear las victorias ni lamentar las derrotas.

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