Liga de campeones | Arsenal 3 - Villarreal 0

Cesc hunde al Submarino

Condujo a las semis al Arsenal de un gran Adebayor

Miguel Ángel Vara
MAGNÍFICO FÁBREGAS. Cesc dispara a puerta en un lance del partido, ante la mirada de Eguren y Bruno, que no pudieron con él.alberto iranzo

Si jugar bien al fútbol se puede definir como la suma de la calidad, la velocidad y el físico, el Arsenal está más cerca de la plenitud futbolística. Su fórmula es más pura que la de un Villarreal que sucumbió con dignidad en los cuartos de final de la Champions pero no con injusticia. Libra a libra, como se evalúa a los púgiles en el boxeo, los ingleses son superiores al Submarino, tienen más músculo, son más veloces y acumulan más calidad en un mayor número de hombres. Y también más cartera porque en la filosofía de Wenger hay mucho fichaje tirando de talonario, que todo ayuda y mucho, y por eso en todas sus líneas hay cracks y también en su banquillo, donde los amarillos se han dejado parte de la eliminatoria acusando en exceso sus bajas pues su fondo de armario es menor que el de los gunners.

Aunque suene a tópico, al reconocimiento cariñoso que se le da al perdedor, al gracias por venir, lo cierto es que este adiós del Villarreal es todo un logro pues sólo ocho equipos pueden presumir de haber llegado hasta aquí y uno es el de Pellegrini, con muchísimo menos presupuesto y recursos. Y, sobre todo, manteniéndose fieles a una idea, sabiendo a lo que jugaban y plantando cara. Por eso es de ley darle las gracias, de corazón, de parte del fútbol español.

El Arsenal no quería sorpresas y arrancó enseñando todas sus cartas. No es lo que hacia sino cómo lo hacía, a la velocidad que ejecuta. Cesc de mariscal, agrandado por la baja de Senna, distribuía cartas para una partida que el Villarreal no sabía jugar. Si adelantaba filas, cada perdida era un suicidio porque la velocidad inglesa les mataba. Si esperaba atrás, el tiqui taca les superaba y, si robaban la pelota, estaban a un mundo de distancia de Fabianski y no había piernas para llegar. En esa indefinición llegó una pequeña obra de arte con taconazo de Fábregas y vaselina de lujo de Walcott. 1-0 y nada que objetar.

El Villarreal estaba obligado a algo más y lo mostró tras el descanso con un primer cuarto de hora de dominio y esperanza, pero sin llegada. El partido estaba como le gusta a Wenger, con espacios y la trampa local fue efectiva cuando el Arsenal conjugó velocidad y calidad y Adebayor, una pesadilla toda la eliminatoria, ejecutó un 2-0 con sello de sentencia. Al Submarino no le quedaban pulmones, ni argumentos para la machada. Menos aún cuando el pequeño hilo de esperanza lo cortó el 3-0 y la roja a Eguren que, cansado de verse superado, pagó su frustración y la del equipo con el colegiado y se hizo expulsar. Se fue del campo y el Villarreal de la Champions, donde ha cumplido de sobra, llegando hasta donde la lógica le ha permitido, pues el Arsenal de un magistral Cesc ha sido más. Hasta pronto.

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