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El rey Messi reparte carbón al Atlético

El plan B de Guardiola desnudó a un pobrísimo Atlético que queda muy tocado en la Copa del Rey después de rendir el Calderón sin presentar batalla ante un Barcelona tremendamente superior que se limitó a cumplir con suficiencia y castigar por medio de Leo Messi, que marcó los tres goles, salió ovacionado por el público y, junto a Alves, descosió a los de Aguirre por la banda derecha. La eliminatoria llegará muy desnivelada al Camp Nou, a pesar de que el gol de Ujfalusi devolvió algo de esperanza al Atlético durante algunos minutos.

REY MESSI. En la noche de Reyes, Messi desmontó a un pobre Atlético que queda contra las cuerdas en Copa.Reuters

Noche de Reyes, frío pero gran ambiente en el Calderón y vísperas de mucho que fueron días de muy poco. Nada de las grandes noches de Copa, ni rastro de aquellos Atlético - Barcelona que son ya parte de la leyenda del fútbol español. Al contrario, en el Calderón se vivió un ejercicio de suficiencia del Barça, que se encontró con un Atlético muerto que volvió a demostrar que los equipos grandes le quedan precisamente así, grandes.

Los entrenadores (con la complicidad del calendario) comenzaron a enfriar las ilusiones de las aficionados. Guardiola con sus habituales rotaciones llevadas al extremo, Aguirre anunciando la suplencia de un Agüero que finalmente fue baja por faringitis. El partido, después, demostró que mientras el Barcelona tiene plan, sistema y ánimo para sobreponerse a los cambios y las ausencias, para el Atlético perder simplemente al Kun es como una rotación cósmica, un pecado capital que deconstruyó a un equipo sin sistema al que nada le sobra y para el que la Copa ya es un Everest que pasa por una ahora mismo improbable gesta en el Camp Nou.

Guardiola planteó su filosofía habitual con los aires nuevos que traía la alineación: un centro del campo de hierro con Keita, Busquets y Touré y un ataque 'made in cantera' con Iniesta, Bojan y Messi. Con eso el Barcelona destrozó a un rival que fue un fantasma, una sombra sospechosa. Touré dirigió la demolición en la medular y la pareja Alves - Messi ejecutó la escabechina por la banda derecha. Aguirre no reforzó esa zona del campo y Pernía comenzó el partido capeando solo a la mejor pareja de banda del mundo. El lateral, por supuesto, acabó desquiciado y repartiendo patadas a cualquier sombra amarilla que pasaba a velocidad supersónica por su lado regateando, tirando paredes, sacando centros.

Antes de que el Barcelona se adueñara del partido y del balón, el Atlético dejó un oasis de dos minutos. Salió del vestuario con la quinta velocidad y forzó dos llegadas nada más salir del vestuario. En la primera, Sinama perdió un mano a mano con Pinto, que demostró en el poco trabajo que tuvo que el Barcelona también tiene portero suplente de garantías. Después, con el Calderón prometiéndoselas felices, el Atlético se deshizo en cuanto el Barcelona asustó un poco. Se acomplejó, se apocó, se olvidó de tocar el balón y de presionar y se limitó a mirar como su rival manejaba el partido con sensatez funcionarial. Sin un ritmo demasiado alto, el Barça campaba a sus anchas, aún sin Xavi y con Iniesta demasiado escorado en la izquierda. El Atlético no molestaba, regalaba el balón las pocas veces que lo tenía y se terminó de disolver en la nada cuando llegó el primer gol, una obra de arte nacida, por supuesto, en la banda derecha, donde Alves en el minuto 11 devolvió de tacón una pared a Messi que, dentro del área, ejecutó con frialdad a Coupet.

De ahí al descanso, no hubo reacción sino desierto en el Atlético. Un agujero negro que se fue desquiciando según pasaban los minutos, pegando patadas, acumulando tarjetas, sintiéndose más y más pequeño hasta que pareció insuflar una sensación casi piadosa en el Barcelona, que bajó el ritmo y sedó el juego en lugar de buscar la sentencia.

Heitinga paga el roscón

En la segunda parte, el Atlético no cambió. Aguirre no tocó ninguna tecla en el vestuario y su equipo siguió persiguiendo al rival con la lengua fuera y la dureza como único argumento, aspecto en el Assunçao portó el estandarte. A su propia impotencia, los colchoneros sumaron otra mala noticia: Iniesta abandonó el exilio de la banda y se movió con más libertad para entrar más en juego. La sensación era que la puntilla podía llegar en cuanto el Barcelona apretara la soga que el propio Atlético se había puesto en torno al cuello. Y sucedió, como en la primera parte, en el minuto 11, otra vez con los mismos protagonistas: centro de Alves para Messi que es derribado en boca de gol por Heitinga, que fue expulsado y remató así un partido lastimoso, siempre torpe, inseguro e indeciso.

Con 0-2 y 10 jugadores, el Atlético puso en liza a Banega y Ujfalusi por Assunçao (que evitó así la expulsión) y Sinama, velocidad estéril. Con el Calderón rendido y enfadado pero casi pasota, el central checo marcó a la salida de un córner y propició unos minutos de mayor nervio, que se esfumaron en cuanto se percibió que eran meros fuegos de artificio. Iniesta cogió el balón, durmió el partido de nuevo y rozó el tercer gol, que finalmente lo marcó Messi después de dejar la maravilla de la noche. Arrancó tras regatear al abatido Pernía sin tocar el balón, sorteó rivales y remató al larguero. La jugada merecía gol, y éste llegó en la prolongación, cuando la pelota volvió de nuevo al genio argentino que sentó a Coupet y sentenció el partido y, quizá, la elminatoria.

Los últimos minutos fueron duros para el Atlético, cuyó público jaleó con sorna sus toques sin sentido cerca de su área y sólo se puso en pie para ovacionar a Messi cuando este dejó su sitio a Pedrito. El argentino puso el brillo, las genialidades, el fútbol. Con él en el campo, hasta partidos tan sosos y tan desequilibrados acaban dejando en la retina imágenes inolvidables. Él representó la superioridad del Barça y evidenció la impotencia de un Atlético sin chicha, sin espíritu, sin juego, sin armas para medirse a equipos a los que debería mirar de igual a igual. O casi. Soñar es gratis, y el partido de vuelta le da ocasión para la revancha. Pero esta parece ahora mismo casi una quimera, tan bien está el Barça y tan poca cosa pareció otra vez el Atlético...

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