Liga BBVA | Decimotercera jornada

Multifútbol

Etoo decisivo, Messi imperial y el Barça que se escapa tras ganar en el Pizjuán porque el Real Madrid volvió a estrellarse por falta de fútbol, de ganas y con tres lesionados más que añadir a su interminable parte de bajas. Villarreal y Valencia, que sí lograron la victoria, ya superan a los blancos en la tabla clasificatoria.

Emery tiene la visión angular de un meta

Joaquín, Mata, Villa, Miguel... el Valencia es un nido de artistas, que tan pronto se ponen 2-0 como luego se dejan empatar y se quedan con uno menos. De eso no tiene la culpa Emery, pero sí de mantener la tranquilidad y no sacar otro defensa hasta que el partido se estabilice. Chaparro, que no puso otro delantero hasta que volvió a ir perdiendo, se ganó la derrota por su falta de decisiones. Emery lo vio perfecto: es el Messi de los banquillos. Un crack con chaqueta que aún rendiría sobre el césped, pero que ha descubierto su vocación en la pizarra. Hijo y nieto de porteros, Unai lleva en los genes la perspectiva angular que los guardametas tienen del fútbol.

La indiferencia ya ha llegado al Madrid

El frío y los malos resultados no sirven de excusa para lo desangelado del Coliseum el sábado, con sus gradas desnudas como nunca antes en una visita del Madrid. Así se desangran los blancos, sin testigos que lo conviertan en héroe o villano, que lo hagan noticia aunque se deba a las derrotas. Le ocurre a los equipos que van a la deriva: ni sienten ni padecen. "No nos duele esta derrota", dice Schuster y parece como si el alemán blasfemase. Pero puede que tenga algo de razón. El madridismo no sólo está harto de esperar milagros: ni siquiera ve luz al final del túnel. Porque lo peor no es morirse. Lo peor acaba siendo la indiferencia, que es como la muerte, pero en diferido.

Alves y 'otro Sevilla'

Alves volvió al Pizjuán y dio la auténtica medida de este equipo de Jiménez, que tan poco se parece al que se perdió por el desagüe con la marcha de Juande, Poulsen, Keita y el propio lateral brasileño. La hierba se abría a su paso por esa banda que tantas carreras suyas ha disfrutado; Nervión, que le echa de menos con lágrimas, le aplaudió a rabiar. ¿Tanto se puede cambiar por la ausencia de un único futbolista? La falta de Alves ha variado por completo el estilo de un Sevilla que, hace apenas seis meses, hubiera plantado cara a cualquier otro once, incluso al de este Barça jugón. El Sevilla del sábado se comportó como un conjunto totalmente vulgar, metido en la cueva, viéndolas venir, incluso cuando perdía sin remisión por dos a cero. Los resultados, más o menos elogiables, le ponían una venda a la realidad de este Sevilla, pero la llegada de Alves le ha dado su verdadera estatura, la espiritual, esa que sólo tiene una forma de determinarse: midiéndonos con nosotros mismos, mirando nuestras almas en el espejo del pasado.

Agüero no necesita ninguna etiqueta

"No soy un goleador", dijo un día el Kun en defensa futura, como queriendo decir: "No os creáis que todos los años voy a meter 17 goles". ¿Y qué? Los grandes futbolistas transmiten más que dan, anteponen la estética a los números, aunque estos siempre o casi siempre se conviertan en un reflejo positivo de su arte. El santoral de los grandes anda repleto de tantos maravillosos, pero también de obras inacabadas: aquella roulotte sin gol de Zidane; aquel regate sin balón de Pelé que se marchó fuera... ¿Maradona fue un goleador? ¿Un pasador? ¿Un regateador? Si me lo definen, hay premio. ¿Y tú, Kun, te ves capaz de ponerle una etiqueta a tu suegro? Goleadores, en el Atlético, ya hay uno y muy bueno: Diego Forlán.

El personaje: Fernando Llorente

Caparrós se ha hecho experto en modelar futbolistas capaces de tirar de sus proyectos. En el Pizjuán le ocurrió con Javi Navarro, lesionado ahora sine die. Navarro llegó a Nervión como un trotamundos aguerrido, pero sin madurar, para luego convertirse en ese cacique casi infranqueable sobre el que se cimentó su Sevilla y el que vendría después, el de los títulos

con Juande. En el Athletic, Jókin lo ha vuelto a lograr con Fernando Llorente, al que cogió como promesa, pero también como un jugador demasiado frío y exquisito al que nunca le gustó la brega, un pulpo en ese garaje embarrado, para hombres de verdad, que siempre fue San Mamés. En año y poco, Llorente ha ganado el carácter necesario para pelearse con los centrales, y lo ha hecho además sin perder esa capacidad para el toque y el regate que tanto sugieren a Ibrahimovic. Sus dos goles al Numancia le resumen: el primero, usando su envergadura para marcar de cabeza; el segundo, con un control perfecto y un tiro preciso. Dos tantos, por cierto, que salvaron la cabeza a Caparrós, ese Chillida futbolístico nacido en Utrera.

Luque torea de nuevo

Luque marcó su primer gol desde que llegó al Málaga y lo celebró como si manejara una muleta. El catalán recupera su torera manera de festejar antes de marcharse al Ajax, holandeses malajes que nunca entendieron su arte.

Corona vs. Julio Álvarez

Corona y Julio Álvarez hacen de Lagartijo y Frascuelo en versión futbolística y almeriense, su rivalidad divide al estadio Mediterráneo. Ayer jugó el segundo, pero la grada reclamó al primero. Otro problema más para Arconada.

Altidore no ataca, embiste

Pellegrini dispone de delanteros de todos los colores con la ratonería de Nihat, el oportunismo de Rossi o la pausa de Guille Franco. Por si la lata no se abre, este año llegó el Toro Altidore, que embistió y acabó desangrando ayer a la defensa del Recre.

Álvarez Izquierdo salió de la nevera y se lo tuvo que comer el Mallorca, en Valladolid. Un gol con la mano y un fuera de juego no pitado engrosan la larga lista de pifias de este árbitro aragonés que será internacional. ¿Le queremos exportar?

Márquez tiene hoy menos de Tintín, porque su aventura perica no acabará en final feliz, como las que protagoniza el periodista del cómic. Eso sí: para una directiva, echar un técnico es darle un electroshock a su equipo. No siempre funciona.

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