Liga Adelante | Alavés 4 - Murcia 1

El Murcia regala una goleada

La justa expulsión del Lillo y los errores defensivos condenan a los grana. Guerra, Pedraza, Moral y Emilio, los goleadores. El Murcia sigue en descenso

VOLVIÓ Y JUGÓ. Noche de regresos para Iván Alonso. EL charrúa volvía a una convocatoria y también a la que fue su casa. Entró en la segunda parte.

La primera victoria a domicilio del JaviMurcia sigue sin llegar, tendrá que esperar, como también la huida de los puestos de descenso que los grana ocupan desde el banderazo de salida del presente campeonato. En Mendizorroza, ante un mediocre Alavés, el equipo de Clemente estuvo cerca, pero su bondad excesiva para con los rivales, sus regalos, la justa autoexpulsión de Lillo le condenaron a una goleada abultada y le condenan al calabozo y a jugarse ante el Sevilla Atlético el próximo fin de semana en la Nueva Condomina otro partido-ruleta rusa en la que todo lo que no sea ganar, ya sea para escapar del descenso, colocaría al club en una situación tremendamente complicada.

La foto finish es la de tantas veces: la afición local celebrando alborozada uno de esos triunfos que levantan a un muerto, los jugadores rivales abrazados jubilosos y los del Murcia con sus cabezas gachas, impotentes y derrotados. Varía el rival, el campo y quizás las formas, pero la resultante es la misma. Hablar a estas alturas de la justicia o injusticia de la derrota, calibrar si el castigo fue excesivo o no (creo que lo fue) no conduce a nada que no sea buscar excusas. La competición, y más en Segunda no las admite. Primero los números... y luego los números. De nada sirve apelar a los buenos minutos del Murcia, de fútbol control, nada más en la primera parte tras la salida en tromba de un Alavés que antes del primer cuarto de hora había probado a Elía a través de Astudillo (soberbio el testarazo en córner ensayado) a través de su 'Aquino' particular, el también internacional Sub-19 Igor, o a través de Javi Guerra. Minutos en los que los alavesistas volaban y el Murcia sufría. De nada sirve acordarse de ese ratito en el inicio de la segunda parte, coincidiendo con el gol de Despotovic y en los minutos siguientes en los que el Alavés ofrecía su peor cara. En los que la consistencia de Mejía, el despertar de un nublado Aquino y de José Capdevila y la soberbia actuación de Juan Cruz Ochoa (era un pecado que no jugara) hacían pensar en positivo... en que, por fin, se iba a truncar el bakarrá a domicilio. De nada sirve quedarse en eso porque la realidad fue muy diferente. Cierto que la expulsión de Lillo ('pelea' que lle amonesten hasta lograrlo. No mide) marcó el devenir del duelo. Aceptado como excusa de barra de bar que quizás por eso ganó el Alavés, pero eso en la alta competición, en esa que paga mucho y exige resultados, no vale. O mejor, no debe valer.

Lo que para el Real Murcia fue un telegrama que anunciaba muerte, la expulsión de Lillo, para el Alavés fue un complejo vitamínico de esos que dan alas. Verse con uno más, tener a Cabrera de maestro de ceremonias y marcar el empate fue todo uno. Lo firmó un Javi Guerra que largó un misil imposible desde treinta metros para Juantxo Elía. Era el gol del empate pero todo los presentes en Mendizorroza, también los protagonistas, sabían que en ese momento el Deportivo Alavés había ganado; que el Murcia, como los condenados en el corredor de la muerte, se sabía ya a merced del tiro de gracia. Que no fue uno más sino que fueron tres. Goles de bella factura como el logrado por Pedraza de cabeza (en un remate totalmente sólo en el punto de penalti), como el tercero de Emilio o como la contra mortal de ese Toni Moral que juega por dos o por tres y que primero a Lillo y luego a De Coz se las hizo pasar 'de a metro'.

Ganó y goleó un Alavés mediocre, listo, que supo aprovechar su momento, que terminó jugando de lujo y desarbolando a un Real Murcia no menos mediocre que sigue instalado en el furgón de cola y que vislumbra ya los puestos de salvación a tres puntos. Un Murcia que volvió a dejar patente que lo de pelear por subir es, hoy por hoy, todo un vacile. Un equipo, el JaviMurcia que además, y esto tampoco es un eximente, sufre el mal de los equipos menores: cuando juega mal pierde, cuando juega regular no gana y cuando juega mejor... regala el triunfo al rival. En definitiva un nuevo costalazo fuera de casa que pone en serios apuros al Real Murcia de Clemente.

Lo más visto

Más noticias