Las cuatro esquinas

El exceso de glamour

En Galicia hace tiempo que el Real Madrid dejó de ser el equipo de los emigrantes para convertirse en un adversario del Deportivo que ha completado en la última década una mutación desde Deportiviño a Superdepor. A eso hay que sumar que Vigo, tradicionalmente, siempre ha sido más culé. Por eso se está siguiendo con atención interesada el ocaso galáctico. Galicia es territorio comanche para los blancos en los últimos años, especialmente Riazor, donde ha sido apuntillado en las dos últimas campañas. La defunción galáctica por sobredosis de glamour ha sido celebrada de forma sosegada en Galicia, tierra de pocos excesos de cara a la galería.

El pasado lunes los periódicos gallegos destacaron la hecatombe en Getafe. La Voz de Galicia, por ejemplo, tituló en páginas interiores: "El Madrid cae en picado". La Opinión encabezó su información con un expresivo: "Getafe era feudo madridista". El Correo Gallego abrió su página de Primera con la crónica de la derrota blanca y El Faro aseguró que "los galácticos volvieron a evidenciar que no son tales". Los periódicos deportivos se ensañaron más. Así, el Depor-Sport, diario oficialista elaborado en los bajos de Riazor, señaló que "el Madrid hizo el mayor de los ridículos. Ya puede ser el Valladolid, la Juventus, el Getafe o cualquiera. Es un cadáver que deambula sin alma". El DxT Campeón fue más tibio en sus críticas: "El Madrid duró lo que aguantó el orgullo de Guti. Cuando comenzó el proceso de destrucción, el equipo volvió a su habitual juego cansino y sin orden".

Un fracaso previsible

Lo último que ha hecho el Madrid a fin de evitar lo inevitable ha sido sacrificar entrenadores, una fórmula muy manida. En el caso del Madrid el asunto es más grave por cuanto dispone de todos los medios para confeccionar la mejor plantilla posible. Florentino vendió la moto de que él lo había conseguido, cuando semejante afirmación no resiste el análisis más elemental. No tiene mérito abonarse ahora a este bando, pero en el caso de quien esto firma es una convicción arraigada ya desde el desprecio a Makelele. Todo el mundo sabe que la plantilla está muy descompensada. Efectivamente, tiene a varios Gica, pero su principal problema radica en lo que no tiene: toda una serie de jugadores para competir como exigen la Liga, la Copa y la Champions.

El Madrid vive este año la misma historia que el año pasado, porque sus responsables no supieron extraer ninguna lección del primer fracaso. Desde la distancia no causa sorpresa ver que a mediados de marzo el Madrid nada tiene que llevarse a la boca. Es la consecuencia de una política mercantilista que no guarda respeto por lo futbolístico y se refleja en el trato reverencial hacia futbolistas que se sienten intocables porque quien paga no les cuestiona y quien hace las alineaciones, probablemente, no puede hacerlo. Además, si lo hiciese, no tiene a quién poner (la situación de Guti merecería una reflexión aparte, pero Guti es uno solo). El fútbol sigue siendo lo de siempre: se trata de meter más goles que el rival. El fútbol y el glamour son como el agua y el aceite.

El Plan Renove pasa por aquí

Esta no es una plaza madridista y todo el interés del aficionado se centra en la bajada de pistón del Sevilla en la Liga, por debajo del Betis en la clasificación, y en el buen momento de los verdiblancos. No obstante, la atención de los seguidores va más allá de la crisis de una galaxia que se resquebraja. Porque sevillistas y béticos están convencidos de que un futuro y necesario Plan Renove de Florentino Pérez pasará por el Guadalquivir.

Los béticos echan cuentas. Si Figo está cuestionado y Joaquín es el mejor extremo derecho de España, conclusión: Joaquín se irá al Madrid. Pero hay más. Los heliopolitanos, incluso directivos, no se explican cómo los blancos pudieron gastarse tantísimo dinero en dos centrales extranjeros estando aquí Juanito y Rivas.

Aún hay más. En Sevilla interesa todo lo que sucede en torno a Reyes y existe plena seguridad de que puede entrar en un trueque con Owen. Pero esta posibilidad, contemplada con simpatía por el sevillano medio, contrasta con el temor de que Sergio Ramos, perla de la cantera de 18 años, también pueda irse. O él, o Daniel Alves, por quien Juventus y Barcelona han retomado su interés. Extraña que no se hable más de Baptista.

Ahora quedan los entrenadores. Serra Ferrer decía: "No pensamos en alcanzar al Real Madrid", que es una forma de afirmar que lo tiene entre ceja y ceja. Caparrós comentó: "No descarto ser segundo". El Real Madrid actual se ha convertido en un rival más en la lucha por por la Champions League. Significativo.

El mal ajeno consuela

El crecimiento del Valencia en el último lustro ha provocado que al Real Madrid se le vea con otros ojos. Si hace una década ganar en Mestalla al equipo merengue ya era suficiente para salvar la temporada, ahora las cosas han cambiado. El mano a mano en las dos Ligas que conquistó recientemente el Valencia aumentó esa rivalidad. Históricamente, el enemigo siempre había sido el Barcelona, no sólo en el plano deportivo, sino también en el cultural e idiomático. No obstante, con el paso de los años, sobre todo en la última década, ese odio se trasladó hacia la capital de España. La prensa no duda en destacar el mal momento blanco con titulares críticos y, en algunos casos, con ciertas dosis de sátira. Los seguidores se alegran de los males del rival y, de paso, les sirven de consuelo al mal año de su equipo. No obstante, después del fracaso de Ranieri, los aficionados han puesto la mirada crítica más en su equipo que en el Madrid. Pese a esto, los valencianistas y los medios siempre han criticado la política de fichajes del club rival e incluso ahora que su rendimiento es inferior al esperado no dudan en mofarse de la elevada inversión realizada en su momento. Respecto a la afición levantinista, se identifica mayoritariamente con el Madrid como segundo equipo. No hay que olvidar que entre ambas entidades existen importantes vínculos como Antonio Calpe, Mijatovic, Edwin Congo y David Aganzo. Quizá por eso, la crisis que más interesa es la del Valencia, por aquello de la rivalidad cercana.