Eurocopa 2004 | Selección

Fue un equipo, volvió una banda

Cada uno por su lado y sin traje oficial. Raúl se quedó con Figo

TOMÁS GUASCH
MACARIO MUÑOZ

La brevísima historia de la Selección en esta Eurocopa se inició el pasado 6 de junio con el viaje a Portugal vía catedral de Santiago de Compostela. El mensaje allí era rotundo: "No ha habido en la historia de la Selección un grupo tan unido como éste". Veintiún días después, de la unidad no quedaba nada.

Tras la derrota, la Selección se rompió en mil pedazos. Ya sin traje ofi cial, cada uno vestido a su aire (alguno incluso daba miedo), los jugadores se desperdigaron. A la cita con el vuelo presuntamente ofi cial en el aeropuerto de Lisboa ya no acudieron Raúl ni Xavi Hernández. Algunos tomaron un vuelo directo entre la capital por tuguesa y Madrid sin ni siquiera recoger sus pertenencias en el cuartel general de Falperra (el seleccionador Sáez el primero y también Casillas, Morientes, Raúl Bravo, Helguera, Vicente y Albelda). El resto sí se desplazó 350 kilómetros al norte de Portugal y por la tarde los catalanes Gabri, Puyol y Luque embarcaron en vuelo hacia Barcelona. Y lo que quedaba de la Selección dio con sus huesos en Madrid a las ocho de la tarde. Ni traje oficial ni señal externa alguna que los identifi cara como miembros de la Selección. Puede decirse sin errar que se fue un equipo y volvió una banda.

La nota exótica corrió a cargo de Raúl que, con su mujer y sus hijos, se quedó en casa de su amigo-verdugo Figo en Lisboa. La anécdota curiosa corrió a cargo del padre del 7 madridista, que sí se volvió a Madrid. Don Pedro González, en su papel de hincha dolido y no de padre mojigato, nos pidió: "Guasch, dales caña". A todos.

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