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La curiosa disputa entre Uri Geller y Nintendo por el pokémon Kadabra acaba de terminar

El ilusionista llevaba 20 años reclamando a la compañía nipona derechos por lo que consideraba un plagio de su imagen.

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La curiosa disputa entre Uri Geller y Nintendo por el pokémon Kadabra acaba de terminar

Todos hemos oído hablar de Uri Geller, el ilusionista de origen israelí que recorrió los platós de medio mundo, incluyendo España, en los años 80 mostrando cómo era capaz de doblar cucharillas con la mente, aparementemente.

Hace dos décadas, Geller demandó a Nintendo en un tribunal de California por la imagen de Kadabra, el pokémon místico, alegando que la empresa utilizó su imagen para crear el personaje.

Ahora, Geller se ha disculpado por la demanda, en la que afirmaba que Nintendo lo había convertido en "un malvado personaje Pokémon oculto" y le había robado su identidad "usando su nombre y la imagen de su firma", según un reportaje de la BBC del año 2000.

La cosa tiene cierta lógica si además de la cuchara sabemos que el nombre de Kadabra en japonés es Yungeller, que está muy cerca del nombre de Geller. La demanda no prosperó en su totalidad, pero sí que hizo que Nintendo no pudiera comercializar cromos de este personaje.

Yungeller era el nombre de Kababra en japonés

"Siento mucho lo que hice hace 20 años", escribió Geller en Twitter. "Niños y adultos, estoy liberando la prohibición. Ahora todo depende de Nintendo para traer mi cromo de #kadabra #pokemon de vuelta. ¡Probablemente será una de los cromos más raros ahora! ¡Mucha energía y amor para todos!"

Más tarde, publicó un video donde clasificó una gran maleta llena de recuerdos de Kadabra, incluyendo imágenes en japonés e inglés. También tiene varias figuras y juguetes guardados en esa maleta.

Geller le dijo al sitio web TheGamer que recibió "tremendas" cantidades de correos electrónicos de fans de Pokémon pidiéndole que dejara el caso y permitiera que Nintendo trajera de vuelta a Kadabra. Añadió que los representantes de Nintendo "recogieron" su carta.

Así que parece que sí, esta extraña historia común ha finalizado de forma feliz.