No sólo los animales presienten las catástrofes naturales, también las de las personas, especialmente cuando se trata de mujeres embarazadas, son capaces de saberlo antes que la propia madre y si ocurre algo malo, también lo notan antes.

Tal y como ha contado 'National Geographic' sobre el tsunami que asoló las costas de Indonesia en 2004 y se llevó por delante la vida de al menos 225.000 personas en una docena de países, perros, elefantes o búfalos, corrieron en estampida horas antes del impacto de las olas de hasta 9 metros de alto para refugiarse a las montañas,

En 2010 volvió a ocurrir lo mismo, en el tsunami de Sumatra, donde fallecieron 500 personas, pero algunos animales huyeron de nuevo horas antes, como si ellos tuvieran una señal que les avisara.

Las señales que han percibido los animales a lo largo de la historia

En el año 373 a. C. cuenta el historiador griego Tucídides que ratas, perros, serpientes y comadrejas abandonaron la ciudad de Hélice días previos a que sucediera un terremoto. Durante el seísmo de Nápoles de 1805 los bueyes, ovejas, perros y gansos comenzaron a hacer llamadas de socorro al unísono. Y antes del terremoto de San Francisco de 1906 una gran cantidad de caballos corrieron presas del pánico.

Lo que dice la ciencia

Una investigación alemana, a cargo de Martin Wikelski, del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal en Alemania, registró patrones de movimiento de diferentes animales como vacas, ovejas y perros, en una granja propensa a terremotos en el centro de Italia. Colocaron collares con chips a cada animal que enviaban datos de su movimiento entre octubre de 2016 y abril de 2017.

Los animales comenzaban a cambiar su comportamiento hasta 20 horas antes de un seísmo. De hecho, cada vez que se registraba un aumento de este movimiento superior a un 50% durante más de 45 minutos seguidos, los investigadores lograron predecir un terremoto con una magnitud superior a 4 en la escala de Richter.

El porqué de estas acciones que predicen lo que va a pasar está en su sensibilidad, pueden oler productos químicos que no les resultan familiares, ondas de baja frecuencia que pueden captar por sus sistemas auditivos o aire ionizado a través del pelo.