ACTUALIDAD

¿Para qué sirven las monedas de 1 y 2 céntimos y cuándo podrían dejar de usarse?

Estas monedas están en desuso en la mayoría de los países de la zona euro e incluso su fabricación se ha suspendido en Estados como Italia o Bélgica.

0
¿Para qué sirven las monedas de 1 y 2 céntimos y cuándo podrían dejar de usarse?

Las monedas de 1 y 2 céntimos son las grandes olvidadas. No son aceptadas por la mayoría de máquinas expendedoras o los parquímetros y, en general, si alguien ve una en el suelo ni siquiera se molesta en agacharse a recogerla. Hay quienes, incluso, las tiran al suelo cuando las reciben como cambio de una compra. La estadística dice que por cada ciudadano de la UE hay aproximadamente 140 de estas monedas, pero el 65% de los europeos quieren que dejen de existir, según el sondeo del Eurobarómetro de 2019.

A pesar de que durante la última década se han publicado varios informes sobre ello, la pandemia podría haber acelerado la intención de la UE de eliminarlas. Según esos informes, se ha detectado un "uso unidireccional de las monedas de 1 y 2 céntimos, una baja tasa de retorno a los bancos centrales nacionales y un aumento constante en su emisión". Esto quiere decir que dichas monedas no circulan de manera eficiente entre los operadores económicos, sino que se acumulan o se pierden.

Motivos para su desaparición

Sin embargo, existen otros tres motivos que apoyan su desaparición, según indica el Blog de Bankia, ahora Blog de Caixabank. Uno de ellos sería el coste de producción. Fabricar una moneda de uno o dos céntimos cuesta más que el propio valor de la moneda. De hecho, según los cálculos de la Comisión Europea, desde 2002 se han perdido 1.400 millones de euros en los países miembros de la Comisión Europea produciendo estas monedas.

Otro de los motivos es que países como Italia, Países Bajos, Bélgica, Irlanda o Finlandia ya suspendieron el uso de estas monedas, y para los pagos en efectivo se usan reglas de redondeo a 5 céntimos, al alza o a la baja, en función de lo cerca que esté el precio del cinco o del cero. Por ejemplo, si un producto costara 2,02 euros, pagaríamos 2 euros, pero si costara 2,08 euros, entonces abonaríamos 2,10 euros.

Por último, se encuentra el factor medioambiental. Para producirlas se usan acero, cobre, agua y productos químicos, además del gasto de plástico y papel de embalaje. Desde su puesta en circulación en 2002, se han fabricado 46.000 millones de estas monedas, que equivalen a 7.000 toneladas de cobre. Según un estudio llevado a cabo por el Centro Español de Información del Cobre (Cedic), con esta cantidad de este metal se podrían equipar 260.000 viviendas con tuberías para agua potable o 230.000 casas con instalaciones eléctricas.

¿Cuándo podrían desaparecer?

La pregunta que surge de estos datos es por qué siguen en circulación. El principal motivo es el miedo a la inflación, si bien los países que han eliminado su uso son un ejemplo de que su impacto es prácticamente inexistente. Además, su desaparición reduciría el margen de maniobra comercial de los vendedores a la hora de fijar precios. Los grupos de población de rentas bajas o los ingresos de las organizaciones benéficas podrían verse perjudicados, y es en ellos en quienes se centran los análisis de las posibles consecuencias de la extinción de estas monedas.

La Comisión, actualmente, no tiene pensado retirar de la circulación las monedas de 1 y 2 céntimos, pero existen tres soluciones planteadas: continuar en la situación actual, una medida poco probable; reducir su coste de fabricación o dejar de emitir estas monedas pero permitir que se sigan usando. En una consulta pública que se realizó entre septiembre de 2020 y enero de 2021, se pedía a los ciudadanos su opinión sobre el asunto. El próximo mes de diciembre se sabrá la decisión definitiva de la Comisión.