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La erupción se veía venir desde hace más de 10 años

Una investigación publicada a principios de año avisaba de los 'avisos' de una erupción que se estaban produciendo en la isla de La Palma desde 2009.

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Los primeros 'síntomas' del nacimiento del volcán: hace más de 10 años.
Elvira Urquijo A. EFE

Hay un grupo de científicos, pertenecientes a centros como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) o la Universidad Complutense de Madrid (UCM), al que la erupción del volcán Cumbre Vieja no pilló por sorpresa. Una investigación publicada el 28 de enero de 2021 en la revista científica de acceso abierto Scientific Reports, de Nature, aseguraba: "Desde el periodo 2009-2010 los datos indican el inicio de una fase de disturbios en La Palma, tras 40 años de actividad". Es decir, hace una década que la naturaleza estaba avisando de lo que estaba por venir en la isla canaria.

Esta "fase de disturbios" ha durado más de una década. Los datos recabados, que pertenecen al Instituto Geográfico Nacional (IGN) y al Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), en este tiempo, estudiados e interpretados con técnicas geodésicas, análisis de parámetros geoquímicos (componente magnético del helio o flujo del CO2) y de sismicidad, llevan a la conclusión de que la migración de maga en el subsuelo, que ha provocado la erupción del volcán, fue un proceso que comenzó entre los años 2009 y 2010.

La isla de La Palma sufrió, durante esos años, una pequeña deformación relacionada con la introducción de magma bajo el edificio insular. Esta deformación fue confirmada por distintos instrumentos de los satélites de la Agencia Espacial Europea (ESA) y de la Agencia Espacial Canadiense (CSA). Las fuentes responsables de estas deformaciones son "fuentes de presión positiva de magnitud relativamente baja sorprendentes debido a sus implicaciones para el estado de actividad en La Palma".

"La profundidad (entre 6 y 10 kilómetros) y la fuerza de la fuente en la región oriental indican la posible intrusión de fluidos magmáticos de áreas más profundas", explicaron. Este rango de profundidad representaba "un horizonte regional de flotabilidad neutra para los magmas de las Islas Canarias", donde el magma "se estanca en los reservorios de la corteza durante años o décadas antes de una posible erupción".

Semejanzas con el volcán de San Juan

La erupción del volcán de San Juan, que también se encuentra en la isla de La Palma, tuvo lugar hace 72 años. La actividad sísmica previa a su erupción "comenzó en 1936 en el Valle de Aridane (misma zona que el volcán Cumbre Vieja), a 5-10 km de los respiraderos, y continuó unos meses antes de la erupción en el área de Fuencaliente, a unos 10 km al sur de Duraznero. Los respiraderos de Llano del Banco y Hoyo Negro se abrieron sin sismicidad previa. Entre 1936 y 1949 el magma asciende desde el manto superior y se estanca y se diferencia en diferentes niveles dentro de la corteza sin sentir sismicidad".

La actividad sísmica del volcán Cumbre Vieja comenzó con dos enjambres sísmicos en 2017 y 2018. "En términos generales", explica el estudio, "los terremotos deberían ocurrir cerca de la fuente que alimenta los disturbios. Sin embargo, existen varios casos en los que la ubicación de los enjambres precursores iniciales del terremoto no coincide con las fuentes detectadas, como por ejemplo antes de la erupción del monte Pinatubo de 1991 (Filipinas) y el inicio de la erupción de 1995 en las colinas de Soufriere (Montserrat). Este hecho se debe a la concentración de tensiones alrededor del edificio del volcán que obligan a la ocurrencia de terremotos en áreas que no podrían corresponder al almacenamiento de magma".

Razón de la investigación

"La isla de La Palma es uno de los mayores riesgos potenciales del archipiélago volcánico de Canarias y por ello es importante realizar un estudio en profundidad para definir su estado de malestar", rezaba el estudio. "Mostramos la detección del inicio de disturbios volcánicos en la isla de La Palma, probablemente décadas antes de una posible erupción", aseguraban.

"Estudiamos su evolución actual viendo la naturaleza cambiante espacial y temporal de la actividad en este volcán potencialmente peligroso a resoluciones espaciales sin precedentes y escalas de tiempo prolongadas, proporcionando información sobre la naturaleza dinámica del peligro volcánico asociado. Las técnicas geodésicas empleadas aquí permiten rastrear la migración de fluido inducida por la inyección de magma en profundidad e identificar la existencia de fuentes de dislocación debajo del volcán Cumbre Vieja que podrían estar asociadas con una futura falla de flanco", concluía el estudio.

Por último, los científicos sentenciaban que, ante estos datos, "La Palma debe continuar siendo monitorizada utilizando estas y otras técnicas. Los resultados tienen implicaciones para el seguimiento de volcanes de laderas escarpadas en islas oceánicas".

Situación de la erupción: la lava crea una piscina en Los Guirres

Mientras tanto, la erupción del volcán continúa con algunos signos de tendencia a la baja en su energía. Hay cuatro parámetros que permiten poder hablar del principio del fin de la erupción: la sismicidad intermedia (10 a 15 kilómetros), el tremor volcánico (oscilaciones que provoca el magma), la deformación del terreno y los niveles de dióxido de azufre del penacho volcánico.

Ahora mismo hay tres coladas, la 1, la 2 y la 9, y la lava que ha llegado al mar continúa cambiando la morfología de la isla. La línea de la costa en la playa de Los Guirres (Tazacorte) ha avanzado unos 30 metros hasta unirse con el delta lávico, debido a la lava que todavía sigue cayendo sobre ella. 

El geólogo del Instituto Geológico Minero de España, Raúl Pérez, ha explicado, en declaraciones recogidas por EFE, que "el mar ha hecho su acción" cerrando parte de la entrada de dicha playa y creando una efímera piscina central de agua caliente, que interacciona con el frente de la colada, dejando partes más enfriadas de la nueva colada y formando una nueva línea de costa.