La Palma puede convertirse en lo que se conoce como “malpaís”, un terreno abrupto, árido y estéril, totalmente dominado por lava volcánica fragmentada en bloques. Pero una hay opción que salvaría la tierra. Y con ella se salvaría la isla.

La tierra volcánica es más fértil porque guarda la humedad. Pero hay un condicionante importante: cómo retirar todo el material que ha expulsado el volcán, cómo trabaja la maquinaria, y dónde lo depositas.

El futuro de La Palma

De momento, el volcán sigue en erupción, y los tiempos se van a retrasar. Pero cuando se pueda, esté todo frío, y la vida vuelva a la nueva normalidad, La Palma puede volver a ser una tierra fértil.

Las cercanías del volcán, por donde ha ido pasando la lava, es terreno lleno de rocas, de cascotes. Una vez que eso se retire, el suelo está debajo. Las piedras, además, mantienen la humedad, por lo que es algo beneficioso.

El problema es el acceso de la maquinaria. Qué hacer con esas rocas. Y saber si se convierte en terreno de zona protegida y Parque Natural. Si estas dos últimas condiciones no se dan, sí se puede utilizar para plantar.

Qué pasa en los terrenos con ceniza

Estos terrenos son más sencillos, ya que la ceniza actúa como abono. Eso sí, no puede haber metros de ceniza, sólo una capa fina. El problema, de nuevo, es saber qué hacer con la ceniza que sobra, si pueden trabajar las máquinas para preparar el terreno, y si es declarada zona protegida.

Qué pasa en los terrenos con piroclastos

En las zonas cubiertas con piroclastos, piedras pero pequeñas expulsadas del volcán, como grava, sí crece la vegetación, por lo que se podría volver a plantar y actuaría además como protector una capa fina de “gravilla”. De momento, hay que esperar, pero es una opción viable para la economía de la isla.