CORONAVIRUS

Las claves para descifrar la enigmatica vacuna rusa: Sputnik V

Es la vacuna que más recelo ha levantado entre los científicos. Es una de las más eficaces, incluso en mayores de 60 años, con un 92%.

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Las claves para descifrar la enigmatica vacuna rusa: Sputnik V
AGUSTIN MARCARIAN REUTERS

La vacuna rusa, conocida bajo el nombre Sputnik V, ya es mundialmente conocida por ser la primera que ha recibido el aprobado para su comercialización. Lo cierto es que tiene una gran efectividad, muy alta, de un 92%, incluso para los mayores de 60 años, donde ha presentado una protección altísima, según los estudios publicados en The Lancet -no como en el caso de las dosis de AstraZeneca, que tanta polémica ha generado por la falta de estudios en un rango de edad mayor a 55 años-.

Por ello, esta vacuna ha sido la primera que se ha administrado en Rusia, ya desde hace meses. Sin embargo, el fármaco, desarrollado por el Instituto Gamaleya, ha provocado a su vez una creciente polémica y mucho recelo en la comunidad científica.

Tecnología similar a la vacuna de AstraZeneca

La Sputnik V se ha desarrollado basándose en el el virus del resfriado común -adenovirus- humano, modificado genéticamente para expresar la proteína S del coronavirus SARS-CoV-2 y estimular así al sistema inmune ante la COVID-19. Una tecnología que los expertos definen como ‘extremadamente segura’ y que, además, también ha sido utilizada por la farmacéutica AstraZeneca con la vacuna de Oxford. Esta última se desarrolló con un adenovirus modificado de chimpancé.

Incluso ambos laboratorios han llegado a un acuerdo para estudiar la posibilidad de producir una variante desarrollada por una combinación de ambas vacunas. El objetivo es aumentar su eficacia para acabar con esta pandemia global del coronavirus.

Además, su conservación también es un punto a favor para su uso a grandes escalas en las campañas de vacunación. Al igual que la vacuna de AstraZeneca, se puede conservar en temperaturas de entre 2ºC y 8ºC, a diferencia de los -80ºC que requieren las de Moderna y Pfizer, por lo que su transporte, almacenaje y distribución en mucho más sencillo.

Dos dosis, pero con ciertos matices

Al igual que las vacunas que ya se están administrando (Moderna y Pfizer), la vacuna rusa requiere de dos dosis para una efectividad completa frente a la COVID-19. Eso sí, lo que le diferencia de estas dos que ya se administran en España, es que la Sputnik V tiene ligeras diferencias entre la primera y la segunda dosis, que se debe administrar después de 21 días. El uso de dos fórmulas diferentes permite potenciar todavía más la estimulación del sistema inmune.

¿Y donde se comercializa ya esta vacuna? Pues lo cierto es que, además de Rusia, ha llegado a muchos países para unirse a la lucha contra el coronavirus. Esta vacuna rusa ya ha sido autorizada en Argelia, Argentina, Armenia, Bielorrusia, Bolivia, Emiratos Árabes Unidos, Hungría, Irán, México, Nicaragua, Pakistán, Palestina, Paraguay, Serbia, Turkmenistán y Venezuela.

¿Por qué ha generado tanta polémica?

Lo cierto es que el Gobierno ruso aprobó la vacuna con menos de dos meses de pruebas, un hecho que despertó el receso de muchos científicos al no completar los ensayos clínicos necesarios. Muchos achacan de una “excesiva rapidez” en el proceso, con Rusia autoproclamándose ganadora de esta carrera simbólica por ser los primeros en desarrollar una vacuna contra la COVID-19. Algo que ha molestado a la comunidad científica ante la importancia que ha cobrado la pandemia en el último año, pese a que la vacuna ha dado “unas propiedades excelentes”.

¿Podría llegar a España?

No es una de las grandes posibilidades, pero tampoco se descarta. Lo cierto es que la escasez de dosis en las últimas semanas ha hecho pensar a la Unión Europea y cada vez es más sonoro que esta vacuna pueda llegar a administrarse en los países miembros.

Pese a los rumores, todavía es una opción poco probable, que otros gobiernos puedan imitar la decisión de Hungría de negociar por su cuenta la compra de esta vacuna rusa. Además, para ello, tendría que pasar las comprobaciones de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), lo cual llevaría semanas hasta su aprobación.