El próximo viernes se cumplirán 28 años del famoso ‘caso Alcàsser’, que conmocionó al mundo. El 13 de noviembre de 1992 Míriam García, Desirée Hernández y Toñi Gómez desaparecieron sin dejar rastro. Después de 75 días de intensa búsqueda fueron halladas muertas en una fosa del paraje conocido como La Romana, en la localidad valenciana de Tous. Una historia sobrecogedora que sigue dejando nuevos capítulos.

El 24 de junio de 2019 se encontraron huesos humanos en la fosa donde habían aparecido los cuerpos de las niñas de Alcàsser, por lo que se sospechaba que podrían pertenecer a alguna de ellas. Una vez cotejado el perfil genético con el ADN de su padre, el resultado “ha sido coincidente” y el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses ha confirmado que los restos pertenecen a Miriam García, según ha avanzado Las Provincias.

Este instituto ha enviado su informe al juzgado de instrucción número 6 de Alzira, donde se mantiene abierta una investigación sobre los hechos atribuidos a Antonio Anglés, que continúa en paradero desconocido y es uno de los delincuentes más buscados por la Interpol por “rapto, violación, asesinato, inhumación de cadáver y tenencia ilícita de armas”. No obstante, su hermano Roberto asegura que Antonio está muerto y que él mismo vio cómo la policía le disparaba. “Yo vi cómo lo mataban, delante de mí, y yo estaba a 100 metros detrás de unas piedras... con otra pistola, no te lo voy a negar. Digo, si me pongo a disparar van a venir y me van a matar a mí también”, contó este año durante una entrevista en ‘Espejo Público’.

También se sigue buscando a posibles cómplices, como Miguel Ricart, que fue condenado a 170 años de prisión, aunque salió en 2013 gracias a la aplicación de la doctrina Parot, que permite la reducción de penas por beneficios penitenciarios. Hasta la fecha, ha sido el único condenado por este triple homicidio.

El hallazgo carece de relevancia

La Guardia Civil considera que la identificación de los restos óseos no es relevante para el caso porque estos podrían haberse desprendido cuando se retiraron los cadáveres en 1993 sin que los investigadores los recogieran. El prestigioso forense Etxeberria comparte esta teoría porque las lluvias lavaron el terreno y el hecho de que el paraje sea un lugar poco transitado habría favorecido que los restos óseos permanecieran tantos años ocultos.

El padre de Miriam, en cambio, opina que alguien se llevó los huesos y ha vuelto para volver a ponerlos con “malas intenciones”. “Los investigadores cribaron dos veces la tierra de la fosa. La Guardia Civil lo hizo primero y el inspector de la policía Ricardo Sánchez realizó después otro reconocimiento exhaustivo por orden de Rafael Vera para no dejar cabos sueltos”, aseguró en septiembre Fernando García durante unas declaraciones recogidas por Las Provincias. “Los huesos esos los tiró allí alguien. El motivo lo desconozco, pero no me extrañaría que lo hubiesen hecho para volver a sacar el caso en las televisiones. Estoy ya bastante harto”, añadió.

Lo cierto es que los restos se encontraron gracias a una serie documental estrenada en Netflix sobre el caso. Después de verla, una pareja decidió acudir al lugar de los hechos y descubrió los huesos tras escarbar durante un rato hasta que los encontraron.