ECONOMÍA

La actividad en la ruta de la seda aumenta durante la pandemia

Los productos sanitarios se convierten en la principal mercancía transportada en la línea ferroviaria que une China con Madrid.

La actividad en la ruta de la seda aumenta durante la pandemia

El tren que une Madrid con la localidad china de Yiwu está volviendo poco a poco a la normalidad previa a la pandemia, aunque la naturaleza de las mercancías transportadas ha cambiado notoriamente para convertirse, principalmente, en un punto de intercambio de material sanitario.

La ruta estuvo los tres primeros meses sin funcionar como consecuencia de la pandemia que afectó, en primer lugar, a China y, posteriormente, a Europa. “El primer tren llegó con una donación de 150.000 mascarillas. Ahora se importan millones, pero a comienzos de abril no se encontraban en ningún sitio”, expone Carlos Santana, director general en España de Yixinou, nombre de la red ferroviaria que se dispone por la antiquísima ruta de la seda, ya utilizada como vía comercial en el siglo I a.C.

Aunque la actividad se retomó en marzo, esto no ha afectado a las operaciones realizadas por el medio ferroviario, que en las últimas semanas ha recibido los últimos cargamentos de trajes de protección, mamparas y guantes. “Desde enero a julio han llegado a Madrid un total de 56 trenes con 5.400 contenedores de 20 pies”, afirma Santana. Esto supone, aproximadamente, el mismo cargamento completo recibido en los últimos años naturales, pero concentrado en prácticamente un trimestre.

En cambio, las exportaciones de España a China por esta vía sí que han caído considerablemente. Únicamente han partido 9 trenes desde la capital española, pero “se irá recuperando la situación anterior, aunque con el desequilibrio comercial ya existente anteriormente”, vaticinan desde Yixinou.

Exportaciones por tierra, mar y aire

La pandemia también ha revolucionado el transporte internacional debido a las limitaciones que tienen el tráfico aéreo y marítimo. Los aviones que no llegan y sus altos precios junto con la lentitud del comercio marítimo, favorecido por el ahorro resultante de las economías de escala, han dejado un hueco libre para que el transporte ferroviario, que ha mantenido los tiempos y precios previos a la pandemia, pueda ser el indirecto beneficiado en las transacciones internacionales.

La actividad internacional se va recuperando poco a poco y Carlos Santana lo atribuye a dos factores: el interés de las empresas en asegurarse suministro para evitar el desabastecimiento padecido en los inicios de la pandemia y los “pedidos acumulados a los que hay que dar salida” y que, a causa de la crisis, no se pudieron entregar.