La ausencia de una vacuna contra el coronavirus hace que todos los científicos del mundo centren todos sus esfuerzos en tratar de conseguirla. Pero, mientras tanto, se trabaja también con diferentes sustancias que ayuden a aliviar los síntomas de las personas afectadas por la COVID-19.

Uno de los fármacos más utilizados en el tratamiento de pacientes contagiados es el remdesivir, un antiviral de la familia de los nucleótidos, que inhibe la enzima del virus que hace que este se multiplique. Anteriormente se había usado para tratar el ébola, pero también se ha comprobado su eficacia contra el SARS-CoV2.

Sin embargo, la ciencia no descansa y en las últimas horas se ha descubierto que un extracto de algas comestibles ha superado, de forma sustancial, el rendimiento del remdesivir como método para inhibir la infección en las células de mamíferos.

Extracto de algas contra el coronavirus

En el estudio, realizado por investigadores del Instituto Politécnico Rensselaer de Nueva York, se llevó a cabo una prueba de efectividad antiviral mediante un extracto de algas comestibles con el que 'engañar' al virus. Los resultados fueron esperanzadores al comprobar que fue más potente que el citado remdesivir, del que EEUU ha comprado la producción de los tres próximos meses.

El virus penetra en el organismo a través de la proteína conocida como spike. A través de ella inserta su propio material genético y se hace con el control de la maquinaria celular para después reproducir sus células. De esta forma, se busca que el virus conecte con un señuelo en lugar de una célula humana, para evitar su reproducción en el organismo.

Un espray nasal, posible remedio

Tal y como indica el principal autor del estudio, Jonathan Dordick, "el pensamiento actual es que la infección comienza en la nariz, y cualquiera de estas sustancias podrían ser la base para un espray nasal. Si se pudiera tratar la infección temprano, o incluso tratarla antes de tener la infección, se podría bloquear antes de que entre en el cuerpo".

Del mismo modo, destaca la necesidad de disponer de "un arsenal de enfoques que podamos adaptar rápidamente a los virus emergentes", en caso de futuras pandemias. De hecho, esta técnica de usar un señuelo también se ha usado con otros virus como el dengue o el zika.