Coronavirus

Una investigación con orugas podría acelerar la obtención de una vacuna contra el coronavirus

El laboratorio madrileño Algenex utiliza un sistema que convierte a estos insectos en biorreactores naturales, produciendo proteínas a gran escala y de manera económica.

Una investigación con orugas podría acelerar la obtención de una vacuna contra el coronavirus

La carrera mundial por conseguir una vacuna contra el coronavirus no se detiene. La anhelada inmunidad de grupo depende de ello, como subrayan los expertos, y hasta que se consiga la pandemia seguirá siendo un riesgo para la salud de todos los ciudadanos. Grupos de científicos españoles se encuentran realizando investigaciones al respecto y entre estos proyectos destaca el de Algenex, empresa que está basando su método de trabajo en insectos.

Esta compañía, cuyo fundador y director científico es José Ángel Escribano, especialista en enfermedades infecciosas y desarrollo de aplicaciones biotecnológicas de los virus, utiliza en su estudio una tecnología denominada CrisBio. El sistema empleado por Algenex permite producir proteínas para vacunas a gran escala, de manera económica y rápida, empleando insectos como biorreactores naturales.

Método rápido y económico

El trabajo de este laboratorio madrileño basa su trabajo en la oruga de la col. Los investigadores de Algenex infectan a las crisálidas de este insecto con un virus mutado en su genoma con el SAR-CoV-2. Unos días después los científicos de esta compañía extraen de las orugas una proteína que es empleada para producir suero. Se trata de un novedoso sistema que puede impulsar la creación de vacunas contra el coronavirus.

En declaraciones que recoge la web el gacetinmadrid.com, José Ángel Escribano, destaca las ventajas de este método: “La producción de proteínas es significativamente más rápida que con el sistema tradicional y reduce los costes de fabricación a una fracción de los habituales en este tipo de productos biotecnológicos. Todo ello garantizaría un rápido abastecimiento de proteínas a los laboratorios y les permite comercializarlas a precios muy competitivos, facilitando su uso en campañas de vacunación en países con economías débiles y sistemas de salud pública precarios”.