CORONAVIRUS

¿Es el coronavirus un producto de laboratorio?

Un estudio de la revista Nature Medicine desmiente las teorías conspiranoicas en torno al origen artificial del patógeno. Solo podría ser resultado de la selección natural, concluye.

Laboratorio coronavirus
Andre Coelho Getty Images

No. El coronavirus no ha sido creado en un laboratorio ni forma parte de un contubernio gubernamental o empresarial. Esta teoría de la conspiración, que ha tenido cierta acogida (el expresidente iraní Mahmud Ahmadineyad llegó a dirigir una carta al secretario general de la ONU, Anotonio Guterres, afirmando su preocupación por esta cuestión), ha quedado desmentida por el estudio 'El origen proximal del coronavirus', publicado en la revista Nature Medicine.

La investigación es resultado de comparar la secuencia de RNA de este microorganismo con el de otros coronavirus como el SARS y el MERS, y basa sus conclusiones en las características de una proteína llamada spike (espiga en castellano). Se encuentra en el envoltorio externo del virus y posee una suerte de garfio (el Rbd) mediante el que se acopla a las células humanas, encastrándose en un receptor llamado Ace2.

Esta 'habilidad' del patógeno es esencial en su capacidad para infectar a las personas, una de sus características más perjudiciales. Y es tan perfecta, según el estudio, que "lo más probable es que sea producto de la selección natural (...) una robusta evidencia de que el SARS-CoV-2 no es producto de una manipulación interesada". En el mismo sentido, e incluso más categórico, se pronuncia en La Repubblica Kristian Andersen, del Scripps Research Institue: "Confrontando los datos genéricos disponibles hoy de los diversos tipos de coronavirus, podemos afirmar resueltamente que el SARS-CoV-2 es resultado de procesos naturales". 

Armas biológicas

Otro principio que lleva a esta afirmación es el hecho de que las armas biológicas creadas por el ser humano están pensadas para ser más mortíferas. Pongamos el ántrax o carbunco, que se encuentra de forma natural en el suelo pero también puede diseñarse en laboratorio. En 2001, una serie de cartas que contenían este agente en forma de pequeñas esporas fueron diseminadas a través del servicio postal de Estados Unidos. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de ese país, 22 personas enfermaron y 5 murieron. Eso da como resultado una tasa de mortalidad del 22,7%. Según los datos de este jueves, y teniendo en cuenta que los sistemas de recuento no son perfectos y las cifras reales no podrán conocerse hasta que no es estabilice la situación, en todo el mundo hay 932.501 casos diagnosticados y han muerto 47.223 personas por la COVID-19, un 5% sobre todo concentrado en las capas de más edad.

Si vamos a las armas químicas como el gas sarín o el cianuro de hidrógeno, según Naciones Unidas solo en la Primera Guerra Mundial murieron unas 100.000 personas en ataques con este tipo de agentes y desde entonces han sido más de un millón a nivel global. Si alguien estuviera intentando matar humanos a través de la difusión de un nuevo virus, seguramente habría creado uno mucho más letal.