Comunicación positiva: las frases que no debes decir a tus hijos
El estrés, la ansiedad, influyen en cómo tratamos a nuestros hijos, que llevan otros ritmos y tiempos. Modificar el lenguaje nos puede permitir tener una relación más fluida.
"La baja tolerancia a la frustración forma parte de un cuadro de mala autorregulación emocional, es propio de personas impulsivas que tienen dificultades para observar, interpretar y atender a sus emociones, y no saben transitar entre ellas de manera sana y adaptativa", y en esta situación están los niños, como bien cuenta la psicóloga Ana Villarrubia.
Muchas veces vas por la calle y escuchas, "qué torpe eres, siempre te caes", a un niño que se acaba de tropezar no sabe cómo y le han regañado. "Qué pesada eres, no aprendes", cuando tienes que repetir algo. No todos sabemos enseñar como un profesor, pero los padres tenemos una tarea añadida, la de educar. Puede no ser el niño más listo de la clase, pero es tu hijo, y eso ya es especial. Debe sentirse siempre querido, amado, respetado, escuchado. Nosotros somos su lugar refugio.
Las emociones son, ni buenas ni malas
"El desahogo emocional también es una estrategia útil, de transición pero muy necesaria como punto de partida antes de que podamos recurrir a otra estrategia más activa para hacerle frente a la realidad. Debe saber desde muy pequeño que las emociones no son buenas o malas y que por lo tanto no debemos acercarnos solo a unas y huir de las otras", explica.
"Eso que llamamos emociones negativas no son más que señales de alarma que nos indican que tenemos algo que atender o algo que elaborar. Ayúdale a identificar sus emociones, proporciónale vocabulario emocional para que pueda nombrar cómo se siente y también buscad juntos la función que cada emoción cumple en nuestras vidas", insiste.
En este sentido, cambiar nuestra forma de hablar y escuchar a los niños será clave en su evolución, maduración y comprensión de lo que les rodea. "Juntos somos siempre más fuertes, y porque pedir ayuda no es síntoma de debilidad como muchos no quieren hacer creer, sino que se corresponde con una estrategia de afrontamiento muy humana, muy sana, y muy adaptativa".
Las frases que no debes decir a tu hijo
"¿Cómo vas a tener miedo? Menuda tontería".
"¿Qué te asusta un bicho? Anda, que menudo valiente"
"¿Te vas a poner llorar?"
¿En serio no sabes escribir el 4, lo hicimos ayer"
Cuando escuchan estas frases, estamos atacando su personalidad, sus sentimientos, sus miedos... y puede que haya algo más que no sabemos ver, o sentir, pero ellos sí. Y les duele. Por eso, cambiar no sólo el tono, sino lo que significa la pregunta, nos hace cómplices, que es lo que necesitan. "Yo te doy la luz mejor, así verás el pasillo", por ejemplo. "Vamos a repasar el 4, así nos va a salir perfecto".
"Este bicho es asqueroso, tienes razón, míralo", una manera de que se acerque sin huir ni correr ni entrar en pánico. "Es complejo, no te preocupes, lo vamos a arreglar, es normal sentirse triste o enfadado". Ese plural que implica a los padres e hijos es muy importante. Cambiar la forma de decir las cosas favorece la inteligencia emocional. La seguridad de los niños. Y su manera de afrontar otros conflictos, como puede ser aprender las sílabas, tener menos luz para dormir, recoger ellos mismos los juguetes sin lo que digas, contarte un problema con un compañero de clase...
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