Una de las reivindicaciones más demandadas por parte de ciudadanos, asociaciones y colectivos en el ámbito de la nutrición y la salud, esto es, una mayor claridad en el etiquetado de los alimentos con criterios claramente orientas al cuidado de la salud, cumple su cometido. Al menos es lo que se desprende de un nuevo estudio a cargo de investigadores del CIBER de Obesidad y Nutrición (CIBEROBN), adscritos a la Universidad de Navarra, que acaba de demostrar que el sistema usado para ‘Nutri-Score’ funciona en España.

Y es que hasta la fecha se ha venido empleando un sistema de etiquetado poco útil, puesto que solo indica de manera resumida y en porcentaje qué cantidad de energía (kilocalorías), grasas, hidratos de carbono (de los cuáles azúcares), proteínas y sal aporta una ración de producto, así como el listado de ingredientes que lo componen por orden de mayor a menor presencia de los mismos. Un sistema confuso con el que pretende acabar ‘Nutri-Score’.

Por eso, es alentador comprobar que los investigadores han podido constatar que cuanto peor era la puntuación nutricional (menor calidad nutricional) más aumentaba el riesgo de mortalidad prematura. Estos hallazgos, que han sido publicados en la prestigiosa revista Clinical Nutrition contribuyen a respaldar la implantación de Nutri-Score en los países euromediterráneos.

“Estos resultados coinciden con estudios de otros países y apoyan el establecimiento del Nutri-Score en España. Además, es importante acompañar esta medida de otras estrategias educativas y políticas alimentarias amplias que favorezcan un mayor consumo de materias primas y alimentos mínimamente procesados, según el patrón alimentario mediterráneo tradicional”, explica Maira Bes Rastrollo, catedrática de la Universidad de Navarra y supervisora del trabajo.

A peor calidad nutricional, mayor riesgo

Los investigadores calcularon en cada voluntario la puntuación ‘Nutri-Score’ para cada alimento y bebida agrupados en 136 categorías. A partir de esta información calcularon un índice global de calidad nutricional según ‘Nutri-Score’ en cada uno de los 20.503 participantes de la cohorte SUN.

Una peor puntuación de este índice, que reflejaba un consumo global de alimentos de peor calidad nutricional, se asoció con un incremento relativo del riesgo de mortalidad prematura del 82% (con unos márgenes de confianza entre el 34% y el 147%) y una fuerte tendencia dosis-respuesta, es decir cuanta peor calidad nutricional, mayor mortalidad prematura. Específicamente, se multiplicaba por más de 2 el riesgo de mortalidad prematura por cáncer.

¿Qué es Nutri-Score?

Nutri-Score, un código de colores con cinco niveles del verde al rojo que identifica en las etiquetas de alimentos y bebidas la calidad nutricional, es el modelo de etiquetado frontal que genera mayor consenso en Europa, y el que recientemente ha sido escogido por el Gobierno de España para su implantación como parte de un conjunto de medidas de salud pública para revertir la epidemia de obesidad y enfermedades crónicas no transmisibles asociadas a la alimentación.

‘Nutri-Score’ asigna puntos en función de la composición nutricional por 100 g o 100 ml de cada producto y tiene en cuenta el contenido tanto de elementos menos saludables (calorías, azúcar, grasas saturadas y sodio) así como los más favorables (fibra, proteínas y el porcentaje de frutas, verduras, legumbres, frutos secos y aceites de oliva u otros similares en composición). La puntuación final se clasifica en 5 categorías para mostrar una graduación de 5 colores y letras en el etiquetado frontal. La mejor calidad nutricional se marca con la letra A y en color verde oscuro, mientras que la peor aparece con la letra D y en rojo.

Eficaz, aunque mejorable

De esta manera, el etiquetado frontal pretende ayudar a los consumidores a tomar decisiones responsables de compra más saludables al proporcionar información nutricional clara, sencilla y rápida de un solo vistazo.

"Nutri-Score, a pesar de su respaldo científico, no es un sistema perfecto. Es necesario realizar mejoras, entre las que se incluye una mejor distinción de los diferentes tipos de grasas, sobre todo por el importante papel protector del aceite de oliva en la dieta mediterránea tradicional. Así, en nuestro estudio encontramos que otorgarle al aceite de oliva la mejor calificación posible (A) era lo que presentaba mejores resultados", concluye Clara Gómez-Donoso, primera autora del trabajo.