El oxígeno es indispensable para la vida y el correcto funcionamiento de todas y cada una de las células del organismo, y una pequeña parte del que respiramos sufre un proceso de transformación en las propias células que da lugar una actividad oxidativa. Como consecuencia se producen los denominados radicales libres, moléculas muy reactivas necesarias para realizar determinadas funciones y mantener el estado de salud.

Una vez cumplida su función, básica para el equilibrio del organismo, son eliminados por sustancias antioxidantes, restableciéndose así el equilibrio ya que un exceso a lo largo del tiempo puede ser perjudicial. Es el denominado estrés oxidativo que origina un cambio estructural y funcional de la misma que acelera su envejecimiento y favorece la apoptosis (muerte celular).

Cuando los antioxidantes no son suficientes para contrarrestar los radicales libres puede producirse un deterioro de los tejidos que favorece la aparición de diferentes patologías graves, entre las que cabe destacar las enfermedades cardiovasculares o incluso el cáncer, además del envejecimiento prematuro de la piel o la aparición de diferentes trastornos neurológicos, y numerosas enfermedades relacionadas con el envejecimiento. Y es en este punto donde la alimentación juega un papel fundamental.

“Los antioxidantes son compuestos producidos por el organismo y que se encuentran en los alimentos. Ayudan a defender las células del daño causado por radicales libres. Cuando estos se acumulan, inducen el estrés oxidativo. Esto puede aumentar el riesgo de enfermedades crónicas como enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y cáncer. Consumir alimentos ricos en antioxidantes puede ayudar a combatir el estrés oxidativo y reducir el riesgo de estas enfermedades”, explica Carlos Ríos, nutricionista que abandera desde hace tiempo el movimiento Realfooding, que comparte algunas opciones.

“Estos son algunos de los alimentos que más tienen, pero lo importante es llevar una dieta variada en comida real, especialmente vegetal. También evitar el tabaco, alcohol, ultraprocesados y, en la medida que se pueda, la contaminación ambiental. Todos estos factores aumentan el estrés oxidativo”, concluye Carlos Ríos.