Puede que la mejor cerveza no sea la que más nos gusta. En primer lugar porque el consumidor medio puede no ser un experto en la materia, y en segundo lugar porque en muchas ocasiones nuestra preferencia se basa en una mezcla de aspectos racionales y emocionales en los que intervienen muchos factores que pueden abarcar desde el precio hasta su procedencia.

Las hay de todos los colores y sabores. Rubia, negra, tostada, industrial, artesanal, con alcohol, sin alcohol, proteicas… el listado de los tipos de cerveza es casi inabarcable porque depende de su origen y tipo de elaboración, aunque en esta ocasión la Organización de Consumidores y Usuarios se ha embarcado en la díficil misión de evaluar cuál es la mejor cerveza de tipo lager, que son cervezas de baja fermentación que requieren aguas blandas (pobres en calcio), tanto en su versión clásica como especial.

La cerveza se elabora con cereales, agua y lúpulo y la principal diferencia entre ambas categorías es la cantidad de azúcares fermentables, que condiciona el contenido de alcohol de la cerveza: en las cervezas clásicas tienen un contenido medio de alcohol del 4,8%, en las especiales, con mayor extracto seco primitivo, aumenta hasta un 5,5%.

Para ello ha comparado 17 cervezas clásicas y 17 cervezas especiales, sometiéndolas a un análisis de laboratorio, que revela que todas están bien procesdas y siguen las normas de elaboración, aunque en algunos casos, sobre todo en el de 8 cervezas de marca blanca, han detectado la presencia de aditivos: prinicpalmente un colorante, E-150 que se usa para sustituir una cierta cantidad de cereal tostado y simular un color natural, y de un estabilizante, el alginato E-405, que hace que la espuma no se vaya rápidamente.

De igual forma, las cervezas también fueron sometidas a un examen sensorial a cargo de expertos que las han examinado mediante un protocolo establecido de degustación en el que han tenido en cuenta aspectos como sabor, aromas, defectos o color, entre otros.