Lo que el documental de Michael Jordan nos enseña sobre la excelencia
Tener un objetivo claro contribuye a enfocar nuestra mente en aquello que queremos conseguir; el ejemplo de un jugador de élite, en las victorias y las derrotas, nos enseña el duro trabajo de la excelencia.
Mucho se ha escrito, y se escribirá, sobre el documental de Michael Jordan, ‘El último baile’ y, desde una perspectiva de coaching, nos enseña la búsqueda de la excelencia y la lucha por ser cada día más y mejor. El documental, que ilustra las grandezas de Michael Jordan y también sus frustraciones, nos da grandes lecciones de vida.
De entrada, pone de manifiesto que nadie nace con el éxito asegurado, sino que hay mucho trabajo, mucho esfuerzo y mucha superación detrás. Además, nos enseña la importancia, y la necesidad, de fracasar y fallar para mejorar y aprender de nuestros errores. Como él mismo dice: "He fallado más de 9.000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 partidos. En 26 ocasiones me confiaron la oportunidad de tomar el tiro ganador... Y fallé. He fallado una y otra vez a lo largo de mi vida. Esta es la razón por la que he tenido éxito".
La importancia de tener un objetivo claro
Juanmi Olivares, mentor de emprendedores y socio en Más y Mejor, nos aporta otro punto de vista del que podemos aprender incluso ante esta pandemia. “Michael Jordan ha sido, sin duda, el mejor deportista de todos los tiempos. Desde sus inicios, a nivel individual, fue excepcional como jugador aunque no consiguió el éxito para pasar a la historia hasta que no supo hacer buenos a sus compañeros y formar un verdadero equipo”.
“De entrada, tener un objetivo claro es fundamental para alcanzar una mentalidad de éxito como la suya. Una vez que tenemos definido ese propósito, la meditación y la visualización creativa contribuyen a enfocar nuestra mente en aquello que queremos conseguir. Recrear esa emoción y esa vibración positiva en el plano mental hace que sea mucho más fácil que algo suceda en el mundo real tal cual lo has visualizado previamente”.
“Seguro que Michael Jordan utilizaba estas visualizaciones creativas para repetir constantemente en su mente, miles de veces, el tiro ganador antes de que sucediera. Por eso tenía tanto éxito cuando el equipo le confiaba ese último tiro en el terreno de juego”.
Los hábitos como base en busca del éxito
“Ahí interviene también la fuerza de voluntad como base para la creación de hábitos y la incorporación de nuevas acciones que te permitan mejorar en tu día a día. La fuerza de voluntad actúa como un mecanismo que nos empuja a repetir algo hasta la saciedad para alcanzar la excelencia en cualquier área de la vida”.
En su caso, esa fuerza de voluntad le llevaba a repetir, una y otra vez, las bases del baloncesto, los gestos, los movimientos, los driblings, etc., de modo que, después, en el terreno de juego, lo hacía casi de forma sistemática. Pasaba por encima de sus contrincantes y sus adversarios porque esa fuerza y esa entrega desmedida le llevaban a encontrar la excelencia en cada movimiento.
Así, no es de extrañar que se convirtiera en el jugador más completo de todos los tiempos y consiguiera la máxima versatilidad de movimiento tanto en el ataque como en la defensa. Era un jugador que lo mismo tiraba de 2 que de 3, que hacía una entrada a canasta, que defendía, que hacía un tapón, que robaba un balón, etc. Todo lo que se puede hacer en baloncesto él lo hacía y, además, de forma excelente.
Obviamente, para alcanzar ese nivel de excelencia, es necesario haber probado y entrenado muchas veces. Por lo que, unidas a esa fuerza de voluntad y su mentalidad de éxito, podemos ver en él la autoestima independiente de resultados. Una actitud básica en su carrera que queda muy bien reflejada en su mítica frase “26 veces han confiado en mí para el tiro ganador y lo he fallado”.
Con esto, viene a decir que no tienes que tener miedo a intentar ni a fallar porque, si fallas rápido y te das cuenta del error, antes podrás crear, medir y aprender para hacer algo que funcione y tener éxito.
Pese a errar todas esas veces, Jordan siempre mantenía intacta su autoestima. Es decir, cuando fallaba y no conseguía anotar ese último tiro, lejos de frustrarse y sentir esa negatividad de “qué malo soy”, directamente pensaba “qué tengo que hacer para mejorar y meter esa última canasta la próxima vez”.
Esta autoestima independiente de resultados hizo que algunos lo tacharan de chulo o prepotente. Sin embargo, cuando conoces la historia y el modo en que que se dirigía hacia sus compañeros, ves una transformación desde el Jordan joven, más déspota y prepotente que solo pensaba en sí mismo, al Jordan más maduro que, gracias a su entrenador, Phil Jackson, consigue hacer mejores a sus compañeros.
Nuevos retos, nuevos hábitos, vibraciones positivas
Pues siguiendo la filosofía de cada día más y mejor. Un modo de vida que te lleva a incorporar cada día nuevos hábitos, nuevas actividades y nuevos retos que te saquen de tu zona de confort y te hagan mejorar como ser humano para poder contribuir así a la evolución de la humanidad.
Si nos quedamos estancados en emociones negativas como la apatía o la pena, no vamos a poder mejorar. Por eso, es necesario estar siempre en estados de vibración positiva como el amor, la alegría, la felicidad y el entusiasmo.
Una vez que interiorizamos esas emociones positivas y las traducimos en amor a nosotros mismos para cuidarnos, estar saludables y tener hábitos de alto rendimiento como los de Jordan, es mucho más fácil trasladarlas y contagiarlas a los que nos rodean.
Su ejemplo es claro
Cuando dejó de ser prepotente y autoritario y dejó de tener esa emoción de queja hacia sus compañeros, todo empezó a cambiar a su alrededor. En el momento en que vio que, trasladándoles esa mentalidad de esfuerzo, de excelencia, de mejora continua y de cada día más y mejor, podía ayudar al equipo, todos sus compañeros se contagiaron de esa filosofía, de esa mentalidad y consiguieron crear un equipo que ha hecho historia y que, probablemente, nunca jamás se volverá a repetir”.
Presión psicológica: un plus
Daniel Serrano, CEO de mastertransformacional.com e instructor de técnicas de alto impacto aporta otro punto de vista para buscar sacar lo mejor de uno mismo. “Si tuviera que fallar 10.000 tiros para acertar 100.000, ¿qué harías? ¿Estarías dispuesto a superar esa presión psicológica? Michael Jordan lo hizo, y como él no hay dos. Gracias a que entrenó tanto su mente como su disparo para llegar a ser el número 1 de la historia, nos marcó el camino y las pautas para poder seguir sus pasos”.
“Ganar partidos es fácil, ganar campeonatos no lo es tanto. Lo verdaderamente difícil es aceptar una derrota y aprender de ella. Sin embargo, el deseo de triunfar hace que cada error nos sirva para perfeccionar cada acción y exprimir todo nuestro potencial”.
"Cada acción errada nos permite convertirnos en personas y profesionales más competentes, disciplinados y comprometidos en seguir mejorando, siempre y cuando nos enfoquemos en la parte positiva y enriquecedora de la experiencia".
Fallar el último tiro, en el último segundo del último minuto, es una experiencia de alto impacto que te marca para bien o para mal. La diferencia solo depende del significado que extraigas de la experiencia y de que tengas un motivo lo suficientemente fuerte para seguir intentándolo con más atención, enfoque y compromiso.
"La vida nos va dando oportunidades para perfeccionar nuestro tiro y convertirnos en un mejor ser humano a partir del aprendizaje de cada error. Se trata, al igual que Jordan, de extraer el punto de mejora de cada tiro errado para seguir entrenando y perfeccionando la técnica. Cada día es un nuevo partido, una nueva final donde podemos conformarnos dándola por perdida o atrevernos a darlo todo para poder ganarla".
La presión que sufren los ganadores por mantener su nivel y estatus puede ser más dura que la frustración causada por los tropiezos o fracasos.
En el caso de Michael Jordan, la presión mediática, el alto nivel alcanzado en la élite del deporte, la tensión de haberlo ganado todo y el deber de seguir manteniendo ese nivel hacen que la preparación psicológica deba ser tan fuerte y necesaria como el entrenamiento físico. Pues saber adaptarse a las dificultades y enmendar los errores requiere de una fortaleza mental fuera de lo normal.
No obstante, enfocarse en lo que lo mantenía vivo, que no era otra cosa que su pasión por el baloncesto, hacía que toda barrera o dificultad fueran una herramienta de autosuperación que, en vez de detenerle, le servían de impulso para vencer los problemas.
Y así nos sucede a todos, pues, en el fondo, necesitamos esa presión que todos experimentamos en nuestro día a día, con mayor o menor intensidad, para elevar nuestros estándares vitales y no desistir en nuestros propósitos.
A través de este caso particular, vemos que la preparación mental, el enfoque y la gestión emocional son tan importantes como la constancia y la disciplina en el desarrollo de cualquier habilidad”.
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