La primera gripe condiciona todas las demás
La primera lucha contra la cepa del virus marca cómo serán todas las respuestas y la capacidad para que el organismo reaccione, según un estudio.
La primera gripe deja secuelas. Generalmente, es un niño al que de repente le llega un mazazo inesperado. Fiebre, cansancio total y un malestar que le dejará dos semanas tambaleante. Si la supera por completo será bueno para él, pero hay un recuredo que quedará impreso en el organismo. Según la ciencia, esa batalla no terminará nunca porque su cuerpo siempre estará buscando aquel enemigo que le derribó.
Los científicos del departamento de Ecología y Evolución de la Universidad de Chicago se plantearon por qué la mortalidad a causa de la gripe está aumentando. En Estados Unidos 80.000 personas murieron al acabar la temporada de frío de 2018 y esto supone que los datos han aumentado. La proporción de afectados durante las epidemias anuales oscila entre el 5 % y 15 % en grandes poblaciones, y es superior al 50% en grupos de población cerrados como internados escolares o asilos. ¿Por qué esta diferencia? ¿Por qué las generaciones que ahora se hacen mayores sucumbe con mayor facilidad a las nuevas gripes?
Su estudio, publicado en la revista Science y desarrolado en colaboración con otros centros universitarios y de control de salud, ha demostrado que el primer virus de la gripe que se coló en el cuerpo puede tener un efecto a largo plazo. «Nuestros resultados sugieren que las personas conservan una tendencia de por vida en la memoria inmune, y que esta impresión no se borra incluso después de décadas de exposición o vacunación contra subtipos de gripe diferentes», explica el informe.
Al organismo le cuesta reconocer otras variantes de la gripe
¿Qué supone esta impresión marcada en el organismo del niño? Por un lado, habrá generaciones que estarán protegidas contra nuevas oleadas de gripe por ser hermanas de aquellas contra las que sus cuerpos están preparadas. De hecho, algunas personas son infectadas por el virus pero no desarrollan síntomas de la enfermedad. Sin embargo, estas personas sí que pueden transmitir la enfermedad a otros.
El problema encontrado por los investigadores en que los organismos que han controlado un virus tardarán en descubrir nuevas variantes y no dedicarán todos sus anticuerpos al combate. Esto se debe a que el sistema inmunológico parece estar bloqueado para combatir solo esa cepa de la gripe y similares, lo que supone un punto débil frente a otras. Es decir, que cuando llega una nueva oleada de virus, el organismo lucha todavía contra la primera que le atacó y eso hace dividir sus fuerzas.
Es más, según los científicos, al organismo le cuesta cada vez más reconocer al invasor, aunque sea primo hermano del primer adversario. «Cualquiera que sea el subtipo que vea nuestro sistema inmunológico, primero establece una huella que nos protege especialmente bien contra las cepas del mismo subtipo, pero relativamente pobre contra las cepas de otros subtipos, aunque las haya encontrado posteriormente», explica Michael Worobey, uno de los investigadores de Chicago.
Un virus con capacidad de variar
Cada principio de año la Organización Mundial de la Salud se reúne para poner en común sus investigaciones antes del comienzo de la temporada de gripe. Se analizan las cepas detectadas que se van a extender por el hemisferio norte y se establece una serie de recomendaciones entre las que está la composición de las vacunas antigripales. En los últimos tiempos se han tenido que posponer algunas fechas la elección de la cepa a tratar por la heterogenidad de los virus y la dificultad para predecir cuáles llegarán a ser peligrosos. El virus causante de la gripe tiene una elevada capacidad de sufrir variaciones en sus antígenos de superficie, lo que supone la aparición de nuevos virus gripales frente a los que el ser humano no tiene protección.Debido a esta alta capacidad de variar año tras año la vacuna debe actualizarse cada nueva temporada y administrarse anualmente.
El mayor problema que esto supone es que cada gripe estacional será más letal para las generaciones que sufrieron gripes en una infancia lejana, avisan los investigadores. Para ilustrar el riesgo exponen la diferencia entre aquellos que superaron la gripe A con las variantes H1N1 y H3N2. Los seres humanos de mayor edad actualmente estarán protegidos contra el primero porque el virus de su infancia era similar pero su respuesta contra el segundo se adivina insuficiente. El contagio en edad infantil es el que determina las posibilidades en la edad adulta. Ese es el motivo por el que la primera gripe es la más importante.
Además, la investigación rechazó el mito de que una exposición previa a un virus de la gripe confiere poca o ninguna protección contra las cepas que pueden saltar de los animales a los humanos. Los investigadores señalaron que los virus interespecies como los que causan la gripe aviar a o la gripe porcina se encuentran en esta situación.
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