La historia del cine, sobre todo la de los útimos 20 años, está salpicada de varios ejemplos de transfomraciones físicas ciertamente memorables. Christian Bale, Tom Hardy, Joaquin Phoenix, Jared Leto o Matthew McConaughey han protagonizado alguna de las más espectaculares en varias películas diferentes, pero antes de que alguno de ellos siquiera soñara con ser actor, Robert De Niro (76) sentaba un precedente en Toro salvaje (1980), la cinta dirigida por Martin Scorsese sobre el boxeador Jake La Motta.

Más allá de la calidad de la misma, considerada un clásico del cine que le valió el reconocimiento unánime de público y crítica (8 nominaciones a los Oscar y dos estatuillas, incluido Mejor Actor), Toro salvaje supuso la ocasión de asistir a la sublime interpretación de Robert de Niro, que ya había conquistado a todos gracias a El Padrino (1974), Taxi Driver (1976) o El francotirador (1978).

Sin embargo, la diferencia con anteriores interpretaciones es que el actor neoyorquino logró un mimetismo absoluto con Jake La Motta para bordar el papel. Y es que antes de que existiera Christian Bale, Robert De Niro era el rey de la trasnformación, y ninguna película lo muestra mejor que el clásico Martin Scorsese, donde se narra parte de la vida del púgil italo-americano falleciodo en 2017, que llegó a ser campeón del mundo del peso medio y fue el primero en derrotar a Sugar Ray Robinson.

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Robert De Niro engordó casi 30 kilos

El comportamiento autodestructivo dentro y fuera del ring de La Motta fue muy bien interiorizado por De Niro, que utilizó su físico para enfatizar esa faceta oscura del boxeador. En el momento del estreno de la película, el aumento de peso de 27 kilos de De Niro fue el máximo de cualquier actor para un papel, pero lo que hace particularmente especial fue pasó de un extremo a otro durante el rodaje.

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Pasó de tener que entrenar para alcanzar la forma física de un boxeador a engordar en pocas semanas, hubo una pausa en la producción, para rodar las escenas finales de la película y encarnar al Jack La Motta con sobrepeso. De Niro entrenó de la única manera en que su personaje podía hacerlo, con repeticiones interminables de ejercicios de peso corporal como saltos, dominadas y flexiones. Según algunas fuentes, De Niro incluso realizaba hasta 600 abdominales al día para terminar de moldear su figura.

De hecho, el propio Jack La Motta llegó a reconocer que De Niro podía haber participado en algún combate profesional si hubiera querido, lo que da muestras de hasta qué punto el actor neoyorquino se metió en la piel de su personaje. Así pues, Robert de Niro fue un pionero gracias a su método de interpretación casi enfermizo y marcó la senda a seguir hace 40 años. El resto es historia.