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Vivir en una zona ruidosa puede aumentar la gravedad de un ictus

Los altos niveles de ruido ambiental a los cuales estamos sometidos en las grandes ciudades pueden incrementar el nivel de gravedad, así como las secuelas, en caso de sufrir un ictus isquémico.

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as.com

Una investigación conjunta del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y médicos del Hospital del Mar, del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), del CIBER en Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) y de la Universidad de Brown (EEUU), concluye que vivir en una zona ruidosa puede aumentar la gravedad de un ictus isquémico, así como las diferentes secuelas.

En concreto, los resultados del trabajo, publicado en la revista 'Environmental Research', cifran ese aumento de riesgo, tras recabar datos de 3.000 pacientes atendidos en el Hospital del Mar por un ictus isquémico entre los años 2005 y 2014, en un 30% para las personas que viven expuestas a altos niveles de ruido ambiental. Por contra, vivir cerca de zonas verdes hace caer este riesgo hasta un 25%.

"Hemos visto que hay un gradiente, a más espacios verdes, menos gravedad del ictus. Y a más ruido, más gravedad. Esto da pie a pensar que per se, tienen un papel independiente de otros factores que tradicionalmente se han relacionado con la gravedad inicial del ictus", explica la principal autora del trabajo, la doctora Rosa Maria Vivanco, del IMIM.

"La exposición a espacios verdes puede tener beneficios para la salud a través de diferentes mecanismos. Por ejemplo, puede reducir el estrés, fomentar la interacción social o aumentar los niveles de actividad física", añade el doctor Xavier Basagaña, investigador del ISGlobal.

Ruído, un factor a tener en cuenta

Estudios anteriores ya habían determinado que la exposición a la contaminación atmosférica o acústica eleva el riesgo de usfrir un ictus isquémico. “Este trabajo amplía nuestro conocimiento sobre este campo, mostrando que el lugar en el que vivimos no solo afecta al nivel de riesgo de sufrir un ictus, sino también su severidad cuando se produce", asegura el doctor Gregory A. Wellenius, del departamento de Epidemiología de la Universidad de Brown.

"La gravedad de un ictus depende de diferentes factores, entre ellos la extensión de la lesión cerebral, del área cerebral concreta afectada, del subtipo de ictus, de la existencia de factores de riesgo asociados (diabetes, fibrilación auricular, carga arteriosclerótica), etc. La demostración de que, además de todos estos factores, aspectos ambientales como los espacios verdes o el nivel de ruido urbano, tienen un efecto sobre la gravedad de un ictus y por lo tanto sobre nuestra salud, aporta una información que tiene que ser tenida en cuenta por los planificadores políticos y sanitarios", destaca el Dr. Jaume Roquer, jefe del Servicio de Neurología del Hospital del Mar.

Y es que, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda unos niveles de contaminación acústica procedentes del tráfico de un máximo de 53 decibelios durante el día y de 45 durante la noche, la realidad es que se superan ampliamente de manera generalizada.