El problema de los rankings, sobre cualquier cosa, es que se configuran según sopla el viento y es complicado sacar conclusiones más allá de confirmar algunas tendencias. Y el caso de las comparativas entre países para dilucidar cuál es el que mayor felicidad procura a sus ciudadanos no es una excepción.

El pasado mes de marzo, coincidiendo con la celebración del Día Internacional de la Felicidad, se publicó el Informe Mundial de Felicidad 2019 (World Happiness Report 2019) elaborado por la Red de Soluciones para un Desarrollo Sostenible, organismo vinculado a la ONU. En dicho informe, que comparaba la situación en 156 países, Finlandia se alzaba con el honor de ser el país más feliz del mundo, mientras que España ocupaba una discreta trigésima posición.

Sin embargo ahora, otro informe menos ambicioso (todo sea dicho), el ‘Ipsos Global Advisor on Global Happiness 2019’, concluye que australianos y canadienses comparten podio mundial en el ranking de la felicidad, ya que el 86 por ciento de sus ciudadanos afirman ser felices. Les siguen China (83%) y Estados Unidos (79%), mientras que España ocupa, con un 46% de ciudadanos felices, el último puesto entre los europeos, que lideran Francia y Gran Bretaña, y el penúltimo a nivel mudial por delante de Argentina. Eso sí, el informe solo incluye 28 países.

El dinero no da la felicidad

Para los españoles, la salud, los hijos y las relaciones sentimentales se ubican como las principales preocupaciones a la hora de determinar su nivel de felicidad, que también valoran el hecho de sentirse seguros personalmente y constatar que su vida tiene sentido. Y no, el dinero no está entre sus quebraderos de cabeza.

Por contra, las cuestiones políticas, el tiempo libre, las causas solidarias, la inversión de tiempo en rrss o el hecho de plantearse trasladar su residencia a otro país, están entre las cuestiones que más malestar crean entre los españoles.

Pero como hemos comentado al principio, el ranking de Ipsos, no hace sino confirmar una tendencia: en nuestro país hay muchos aspectos mejorables en todos los ámbitos y la población muestra su disconformidad. Probablemente, a diferencia de lo que indica el estudio, España no sea el país más infeliz de Europa ni el segudo más infeliz del mundo. Ni de lejos. Pero sí da muestras de que existe mucho inconformismo. Y malestar.