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El estilo de vida pesa más que la genética en la enfermedad cardíaca prematura

El sedentarismo, el tabaquismo, la hipertensión arterial, la diabetes y el colesterol alto juegan un papel más importante que la genética en muchos pacientes jóvenes con enfermedades cardíacas.

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Los hábitos asociados al estilo de vida son determinantes en lo que se refiere a los casos de enfermedad cardíaca prematura entre la población. Hasta la fecha estaba ampliamente aceptado el papel de la genética en la ecuación pero una investigación presentada en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC 2019) concluye que determinadas conductas modificables pueden jugar un papel vital.

"La genética es un contribuyente importante a la enfermedad cardíaca prematura, pero no debe usarse como una excusa para decir que es inevitable. En nuestro día a día, a menudo escuchamos a pacientes jóvenes con enfermedades cardíacas prematuras buscar refugio y explicaciones en su genética e historia familiar. Sin embargo, cuando analizamos los datos de nuestro estudio, los pacientes jóvenes eran con frecuencia fumadores, físicamente inactivos, con niveles altos de colesterol y presión arterial alta. Aspectos que son modificables", explica el doctor João A. Sousa, experto del Hospital de Funchal (Portugal) y principal autor de la investigación.

El equipo liderado por el doctor Sousa tuvo en cuenta como factores de riesgo modificables el sedentarismo, el tabaquismo, la hipertensión arterial, la diabetes y la hipercolesterolemia a la hora de comparar los datos de dos grupos bien definidos.

En el estudio participaron 1.075 pacientes de menos de 50 años, de los cuales 555 padecían una enfermedad de las arterias coronarias como angina de pecho, un infarto de corazón o una angina inestable. De igual forma, sus factores de riesgo y genéticos se compararon con los de los otros 520 voluntarios sanos y casi tres cuartas partes de los pacientes (73%) tenían al menos tres de esos factores, frente al 31 % del grupo de voluntarios sanos.

A más factores de riesgo, más posibilidades

En ambos grupos, la posibilidad de desarrollar una enfermedad coronaria aumentaba exponencialmente por cada factor riesgo adicional: tres veces más con un factor de riesgo, siete veces con dos factores y 24 veces con tres factores. Y tras secuenciar el genoma de todos los participantes se llegó a la conclusión de que la genética podía ayudar a predecir la aparición de esas enfermedades prematuras, aunque su importancia decrecía conforme aumentaba el número de factores de riesgo.

“Los hallazgos demuestran que la genética contribuye a la enfermedad cardíaca, aunque en pacientes con dos o más factores de riesgo cardiovascular modificables, la genética juega un papel menos decisivo en su desarrollo", asegura el doctor Sosua.

“Nuestro estudio proporciona una fuerte evidencia de que las personas con antecedentes familiares de enfermedad cardíaca prematura deberían adoptar estilos de vida saludables, ya que sus hábitos pueden contribuir más a la enfermedad cardíaca que su genética. Eso significa dejar de fumar, hacer ejercicio regularmente, comer una dieta saludable y controlar la presión arterial y los niveles de colesterol", concluye.