Si hace pocas fechas, el pasado 13 de junio, una imagen tomada por el científico Steffen M. Olsen en la que se aprecia a dos trineos tirados por perros transitando sobre el hielo derretido en el fiordo de Inglefield Bredning, situado al noroeste de Groenlandia, reflejaba el drama del cambio climático, el récord de temperatura en Alert (Canadá), la población habitada más septentrional del plantea vuelve a poner encima de la mesa un problema que puede tener consecuencias devastadoras.

Situada a menos de 900 km del Polo Norte, la estaciones de medición de la localidad canadiense, que en realidad surgió como una base militar permanente establecida en el paralelo 82 fundamentalmente para la interceptación de comunicaciones rusas, registraron el pasado domingo 21ºC, un récord de calor absoluto para el verano boreal y que supera el anterior registro, un grado menos, correspondiente al 8 de julio de 1956.

Fenomeno habitual desde 2012

Una cifra que podría considerarse anecdótica si no fuera porque desde 2012 ha habido varios días con temperaturas de entre 19 y 20 grados en esta estación ubicada en el paralelo 82 a orillas del Océano Ártico. De hecho, el promedio diario en Alert para un mes de julio es de 3,4 grados y la temperatura media máxima es de 6,1.

Por ello, los expertos hablan sin tapujos de ola de calor ártica que puede prolongarse hasta principios de septiembre. El motivo es un frente de alta presión sobre Groenlandia, que tildan de “excepcional" y alimenta los vientos del sur en el Océano Ártico, pero lo cierto es que el Ártico se está calentando tres veces más rápido que otras partes del planeta y es urgente una drástica reducción de las emisiones de carbono.