Tradicionalmente, la exposición a espacios naturales al aire libre se ha asociado con diversos beneficios para la salud, como un mejor desarrollo cognitivo y un mejor bienestar mental y físico. De hecho, una reciente investigación a cargo de expertos de la Universidad de Michigan (EEUU) asegura que incluso no es necesario abandonar el entorno urbano para tratar de reducir los niveles de estrés: basta con minutos paseo o sentarse en un lugar que haga sentir en contacto con la naturaleza para reducir reducirá los niveles de cortisol, la hormona responsable del estrés.

Pero no es menos cierto que el contacto con espacios naturales alejados de los centros urbanos es una experiencia mucho más satisfactoria. Y determinante en la infancia. Esa es la principal conclusión de un estudio europeo coordinado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), que sugiere que el contacto con la naturaleza en la infancia mejora la salud mental en la edad adulta.

3.600 personas de cuatro ciudades

Este trabajo, publicado en la revista International 'Journal of Environment Research and Public Health', se realizó a partir de los datos de cerca de 3.600 personas adultas de Barcelona (España), Doetinchem (Países Bajos), Kaunas (Lituania) y Stoke-on-Trent (Reino Unido), que respondieron un cuestionario y test psicológico que abordaban diversas claves sobre el impacto de la exposición a entornos naturales durante la infancia en la salud mental y la vitalidad en la edad adulta.

“Muchos niñas y niños en Europa acostumbran a llevar un estilo de vida basado en espacios interiores, por lo que sería conveniente mejorar los entornos naturales al aire libre en las ciudades: aumentar su número, diseñarlos de manera segura y que inviten a los niños y las niñas a jugar”, indica Mark Nieuwenhuijsen, director de la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal

“Las conclusiones muestran la relevancia de la exposición a espacios naturales durante la infancia para el desarrollo de un estado psicológico saludable y una actitud que aprecie la naturaleza en la vida adulta”, concluye Wilma Zijlema, investigadora de ISGlobal y coordinadora del estudio.