El jugador más grande de fútbol tiene medidas de infarto
Se llama Daniel Faalele, mide 2.06 metros, pesa 181 kilos, usa una talla de camiseta XXXXL, es de origen australiano y está listo para dar el salto a la NFL.
Con más de un 50 de pie, una talla XXXXL, 2.06 de altura y casi 200 kg, su destino era el fútbol americano, donde toda su fuerza está destinada a un fin: ser el mejor. En su segundo año en Minnesota ya empieza a recibir la atención mediática de quien puede ser el mejor. La NFL le espera.
Es Daniel Faalele, de origen australiano, y un portento físico si las lesiones le respetan. Desde los 12 años cuando jugaba al rugby en Melbourne ya apuntaba maneras. Y a los 15 años, casi era tan grande como es ahora. Acaba de cumplir 18 años y el futuro es suyo.
Así se ha forjado el cuerpo de Daniel Faalele
La genética está ahí, y él lo sabe. "Entiendo que soy grande", afirma en declaraciones y múltiples entrevistas. Y es que lo es. Mucho. Y la ventaja, es que todo es músculo, apenas cuenta con un 25 % de grasa en su cuerpo.
Para su entrenado en Minnesota, Brian Callahan, "podría ser alguien especial". Está aprendiendo todavía las reglas del juego, adaptándose a la vida universitaria y antes de dar el paso a cualquier equipo profesional de la NFL. Porque no es sólo controlar las reglas y saber dónde ponerse, sino también cómo cuidar su cuerpo para afrontar este reto.
Nadie creyó a los ojeadores cuando dijeron que Faalele "era uno de los jugadores de fútbol más grandes que habían visto", y eso pasó en Melbourne, su ciudad natal. De ahí gracias a una beca deportiva, a Estados Unidos, donde todo el mundo está asombrado y esperando que el cuerpo acompañe una técnica que le haga casi perfecto.
Así empezó su sueño en el fútbol
La gran oportunidad de tener una educación de instituto y universitaria de primer nivel y gratuita, fue lo que convenció a su familia, sobre todo a su madre, Ruth. Vieron la oportunidad y aceptaron el cambio de vida.
Eso sí, con prudencia. Australia no es Estados Unidos, y Daniel no estaba acostumbrado al juego, a nada. Por eso pidió primero aprender, sólo entrenar, antes de empezar a competir. Y así lo hizo los primeros meses, junto con realidad virtual y juegos para entender bien todo.
Empezó siendo el chico del agua, algo impensable para muchos, pero es clave estar hidratado, ¿no? Las ofertas tras el primer año en Estados Unidos llegaron, pero quien consiguió el gran fichaje fue Minnesota por un motivo, había más contenido en la beca deportiva, había estudios y un futuro más allá del terreno de juego.
Empieza a ser clave en el juego de su equipo; tiene a sus hermanos y su madre cerca, está con compañeros que conoció en el instituto y quienes han forjado una unión especial. No tiene prisa en llegar, porque quiere aprender, adaptarse, mejorar en técnica y seguir potenciando la velocidad, que es innata en él.
Su portento físico es apabullante y los rivales lo saben, por lo que esa parte ya la tiene cubierta. No tiene prisa, y quiere vivir la aventura de manera tranquila y que siga siendo un verdadero aprendizaje. Su entrenador se ha convertido en un referente y éste le cuida como a un hijo. Sus compañeros le adoran, y él sólo quiere aprender. Tiene 18 años, puede ser uno de los mejores jugadores de fútbol americano, y no tiene prisa.
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