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Comer frutos secos durante el embarazo mejora el desarrollo neuropsicológico de los hijos

Una dieta rica en frutos secos durante el primer trimestre de embarazo es sinónimo de mejor función cognitiva, capacidad de atención y memoria de trabajo a largo plazo.

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Cada vez son más las evidencias científicas que otorgan a los frutos secos importantes propiedades y beneficios para el organismo. Las nueces, los pistachos, las almendras, los cacahuetes o las avellanas, entre otros, constituyen simple y llanamente un alimento imprescindible que debería formar parte de cualquier dieta equilibrada y saludable, siempre y cuando, claro está, que no se sea alérgico a ellos.

La ingesta de una cantidad moderada (unos 25 o 30 gramos diarios) y en crudo, es decir, sin haber sido sometidos a transformación industrial que haya podido añadir sal a la ecuación o menguar su aporte nutricional, es de las mejores decisiones que puedes tomar porque su consumo está asociado a la prevención de enfermedades como diabetes, hipertensión arterial, algunos tipos de cáncer, dislipemias, enfermedades cardiovasculares, obesidad o determinadas enfermedades neurológicas y demencias como el Alzheimer.

Precismante, un estudio pionero, publicado en el European Journal of Epidemiology, conluye comer frutos secos durante el primer trimestre de embarazo mejora el desarrollo neuropsicológico de los hijos incidiendo en aspectos como la función cognitiva, la capacidad de atención y la memoria de trabajo a largo plazo.

“Este es el primer estudio que se ocupa de los posibles beneficios de la ingesta de frutos secos durante el embarazo sobre el neurodesarrollo a largo plazo. Puesto que el cerebro experimenta una serie de procesos complejos durante la fase de gestación, la nutrición materna es un factor determinante para un neurodesarrollo adecuado del feto con efectos a largo plazo”, explica Florence Gignac, investigadora de ISGlobal de Barcelona y primera autora del estudio.

“Los frutos que hemos tenido en cuenta son nueces, almendras, cacahuetes, piñones y avellanas. Pensamos que los efectos beneficiosos hallados podrían deberse a su alto contenido en ácido fólico y, sobre todo, en ácidos grasos esenciales, como por ejemplo el omega-3 o el omega-6. Estos componentes tienden a acumularse en los tejidos nerviosos, principalmente en las áreas frontales del cerebro, que influyen en la memoria y en las funciones ejecutivas”, añade la experta.

Metodología y cantidades

La información sobre la ingesta de frutos secos se extrajo de cuestionarios sobre hábitos alimentarios que las madres respondieron en el primer y último trimestre del embarazo, mientras que el desarrollo neuropsicológico de los niños y niñas se evaluó por medio de diversos tests estándar validados internacionalmente y realizados año y medio, 5 años y 8 años después del nacimiento.

En total, fueron más de 2.200 parejas madre e hijo las que fueron objeto de seguimiento y el consumo de frutos secos fue de una media semanal de algo menos de tres raciones de 30 gramos cada una, una cantidad ligeramente inferior a la recomendada por la Guía de la alimentación saludable de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), que es de entre tres y siete raciones por semana.