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Digan lo que digan, el huevo no es sinónimo de riesgo cardiovascular

Hace pocas fechas, un nuevo estudio publicado en la revista JAMA relacionaba el consumo de huevos, y su colesterol, con la mortalidad cardiovascular en un ejercicio poco consistente.

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Hace relativamente poco saltaban todas las alarmas en relación al consumo de huevos. Un estudio publicado en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA) ponía en el ojo del huracán este alimento que muchos consideran indispensable en la dieta y que está además respaldado por no pocas evidencias científicas.

Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura) el huevo es el alimento después de la leche materna más nutritivo que existe. Y es que, un huevo grande (50 g) aporta parte de las necesidades diarias de selenio (27%), vitamina B12 (25%), colina (23%), riboflavina (15%), proteínas (13%), fósforo (11%) y vitamina D (9%). Así pues, su alto valor nutritivo, rico en proteínas, abundantes vitaminas, minerales y aminoácidos esenciales, propiedades antioxidantes, ácidos grasos que benefician la salud cardiovascular y un bajo aporte calórico (70 calorías) son motivos más que suficientes para incluirlo entre nuestros alimentos de referencia.

Pero la investigación en cuestión, tras un seguimiento de 29.615 estadounidenses durante 31 años, relacionaba inequívocamente el consumo de huevos con un mayor riesgo cardiovascular. Una conclusión muy llamativa, pero que en realidad no se sustenta. Y es que la investigación tenía muchas limitaciones, como el hecho de que sus hallazgos sean observacionales, lo que no permite establecer causalidad. O que sea consecuencia del estudio de una población que consume el 60 por ciento de sus calorías a partir alimentos ultraprocesados y con serios problemas de obesidad.

El huevo tiene sustancias que dificultan que su propio colesterol sea absorbido por nuestro cuerpo, aunque parezca mentira los huevos contienen ácidos grasos insaturados de manera natural. Consumir huevos enriquecidos en omegas 3 puede contribuir a reducir los triglicéridos, disminuir los riesgos asociados a enfermedades cardiovasculares y arterosclerosis”, explica Eider Sánchez, nutricionista en Policlínica Gipuzkoa.

Pero también es importante tener en cuenta que no todos los huevos son iguales. La mayoría de los huevos que encontramos en los supermercados provienen de gallinas que han crecido en criaderos y han sido alimentadas a base de cereales, pero los huevos más sanos son los que han sido enriquecidos con Omega 3 o los que provienen de gallinas que han sido alimentadas con piensos o semillas ricas en ácidos grasos insaturados como chia, aceite de lino y colza”, concluye la experta.

Cuatro tipos de huevos

No en vano, en Europa existen cuatro tipos de huevos de gallinas según su sistema de producción y están identificados con un número del 0 al 3. Esta información está impresa en el código del huevo y en la etiqueta. El número 0 corresponde a la producción ecológica; el número 1 corresponde al huevo de gallinas camperas (criadas en semi libertad y alimentadas de pastos frescos), el número 2 es el código del huevo de gallinas criadas en suelo (en un gallinero cubierto) y el número 3 corresponde a las gallinas criadas en jaula.