Hikikomori: cuando vivir recluido en una habitación durante años es una elección
Descrito por primera vez en Japón, el síndrome de Hikikomori es un trastorno mental que conduce al aislamiento social de quien lo sufre, que puede llegar a estar recluido años en una habitación.
Un reciente estudio elaborado por el gobierno japonés ha puesto encima de la mesa una cruda realidad. La de aquellos que de manera voluntaria viven totalmente aislados de la sociedad en periodos de tiempo que van desde varios meses a varios años. Son los denominados ‘hikikomoris’ y se estima que en el país nipón existen unos 600.000 japoneses entre 40 y 64 años que no mantienen ningún contacto con el mundo exterior.
El síndrome de Hikikomori fue por primera vez descrito en Japón, donde es un verdadero fenómeno no exento de drama. Quien lo sufre se aísla y evita cualquier tipo de contacto con sus semejantes en el ámbito educativo, laboral o social. Su único contacto es con la familia y solo salen de su cuarto prácticamente para ir al baño.
Se trata de un trastorno mental asociado a la juventud, principalmente a varones, aunque como demuestra el estudio elaborado por el gobierno japonés dista mucho de ser un problema exclusivo asociado a esta etapa de la vida. Y, a pesar de lo que pudiera parecer por su nombre, tampoco es un fenómeno personal e intransferible de la sociedad japonesa. En España, y en otros muchos lugares, también hay casos.
Necesidad de terapia psicológica
Normalmente, se recomienda que quienes sufren este síndrome de aislamiento social acudan a algún tipo de terapia puesto que detrás de esta patología mental, aunque no siempre, puede haber trastornos psicóticos, ansiedad, problemas afectivos o motivacionales, adicción a videojuegos o casos de bullying o mobbing. Pero, en cualquier caso, es una realidad más habitual y cercana de lo que pudiera parecer en un primer momento.
De hecho, la proliferación de las nuevas tecnologías agrava también el problema ya que los 'hikikomoris' han encontrado en internet la excusa perfecta para fomentar su aislamiento. Buscan en la red lo que piensan que el mundo real les niega o no es capaz de ofrecerles. Y no necesitan más. La aparente seguridad que les ofrece las cuatro paredes de un cuarto es su reducto de paz. Pero también una especie de celda.
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