No puede sorprenderle a nadie. Ni siquiera al propio interesado que, en numerosas ocasiones, ha predicado a los cuatro vientos su pasión por la comida típicamente americana y que suele estar muy alejada de los estándares de alimentación equilibrada y saludable. Sí, Donald Trump es un enamorado de la denominada comida basura que nunca ha escondido sus preferencias. El problema radica en que esa querencia por alimentos de dudosa conveniencia tiene consecuencias para su salud y supone un mal ejemplo en un país en el que la obesidad es un verdadero problema.

Y es que, el último examen médico al que se ha sometido el presidente de EEUU, realizado en el Centro Médico Militar de Walter Reed (Washington), confirma un leve deterioro de su salud, aunque los médicos que le han atendido aseguran que su estado es bueno. “Goza de muy buena salud y puedo anticipar que gozará de ella durante lo que queda de su presidencia y en los años siguientes", explica Sean Conley, médico de la Casa Blanca.

Obesidad y colesterol

Sin embargo, el informe médico hecho público confirma que Donald Trump (72 años) ha hecho caso omiso a las recomendaciones sobre dieta y ejercicio físico que le prescribieron hace un año en su anterior revisión. La consecuencia es que el máximo dirigente norteamericano ha aumentado su peso hasta situarse en los 110 kilogramos con un índice de masa corporal de 30.4 lo que, según el baremo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) le convierte oficialmente en una persona obesa

Además, también preocupa el nivel detectado del denominado colesterol ‘malo’ (LDL) ya que posee 122 miligramos por decilitro (mg/dL), mientras que el considerado saludable para los hombres adultos no debe sobrepasar los 100 mg/dL. Aunque cuando se incluye también el parámetro del colesterol ‘bueno’ (HDL) el nivel general es de 196 mg/dL, que no supera por poco el límite de riesgo situado en 200 mg/dL.

Un ejemplo de mal ejemplo

La presidencia de Donald Trump ha estado caracterizada por diversas excentricidades desde que accedió a la Casa Blanca, pero el bloqueo derivado del cierre parcial del gobierno federal provocó hace un mes una situación surrealista que es fiel reflejo de la mentalidad del presidente.

Y es que no tuvo mejor ocurrencia que recibir a los Clemson Tigers, campeones universitarios de fútbol americano, con un ágape de comida rápida que desató no pocas críticas al considerarse poco adecuado para jóvenes deportistas.