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PSICOLOGÍA

¿Comes bien?: la pregunta de madre detrás de un problema muy real

Según los datos que maneja el Instituto Centta, un 36 por ciento de universitarios está en riesgo de padecer algún tipo de trastorno de la conducta alimentaria (TCA).

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Si has tenido la oportunidad de estudiar fuera de tu localidad de origen o estás en ello, seguro que tus padres han hecho un especial hincapié sobre tu alimentación. Y es más que probable que su insistencia te haya podido sonar a monserga o a matraca y que en alguna ocasión, o en la mayoría, te haya llegado a exasperar. Pero lo cierto es que tienen motivo para preocuparse y no hay que tenérselo en cuenta. Está en su naturaleza. Es por tu bien.

Y es que, según los datos que maneja el Instituto Centta, un 21 por ciento de las mujeres y un 15 por ciento de los varones universitarios está en riesgo de padecer algún tipo de trastorno de la conducta alimentaria (TCA), un dato que justifica la preocupación de miles de padres, a quienes desespera no tener un mínimo control en un aspecto tan importante como es que se refiere a los hábitos nutricionales.

Los TCA, entre los que se encuentran anorexia o bulimina, son el reflejo de uno o varios problemas psicopatológicos que subyacen desde hace tiempo en la persona que lo padece y que no deben considerarse como trastornos producto de la superficialidad o la vanidad. Dicho de otra manera, desde esta perspectiva los TCA se conciben más como síntoma que como trastorno a la hora del tratamiento psicológico.

Señales del TCA y cómo afrontar la situación

El principal problema a la hora de afrontar la problemática radica en que los TCA pueden llegar a ser percibidos como un beneficio o gratificación para la persona que la sufre por lo que también es complicado que exista una conciencia real sobre el trastorno y una tendencia al cambio de comportamiento. Y, obviamente, se trata de ocultar. Por ello, es importante, entre otras cosas:

1. Vigilar si la persona altera su alimentación o comportamiento cuando sea posible.

2. Observar si hay fluctuaciones de peso.

3. Percibir si se producen cambios en el estado de ánimo.

4. Comprobar si se alteran o modifican las relaciones sociales.

También es conveniente buscar la ayuda o consejo de un profesional (psiquiatra o psicólogo especializado, e incluso médico de cabecera, que sabrá derivar la consulta) para que pueda confirmar el trastorno, ofrecer su visión al respecto y aportar su experiencia en el manejo de la situación ya que la comunicación será básica. En este sentido es vital:

1. Generar un espacio o momento que facilite el diálogo.

2. Mostrar preocupación.

3. Mostrar comprensión.

4. No reprochar ninguna conducta o comportamiento.

5. No dramatizar ni mostrar enfado.

6. Fomentar su capacidad reflexiva y hacerle partícipe en la toma de decisiones.

7. No mostrar impaciencia.

8. No insistir si hay buena disposición y buscar otro momento.