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Esto es lo que hemos aprendido para adelgazar de forma sana

Sí, hay infinitas maneras de perder peso, pero solo unas cuantas para hacerlo de forma saludable y sostenida en el tiempo. Te contamos qué sabemos.

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Qué hemos aprendido hasta ahora para adelgazar de forma sana
Telemundo.com

En pleno ambiente obesogénico, sí hay ciertas personas más comprometidas que nunca con su salud, y que quieren adelgazar o bien para sentirse bien consigo mismas o para envejecer con más calidad, ya que el sobrepeso está asociado a diferentes enfermedades que debemos de curar desde la cocina. Por ello, te desglosamos qué hemos aprendido hasta ahora para adelgazar de forma sana y sin milagros.

Agua por bebidas azucaradas

Cuando tenemos sed, es hora de coger una botella de dos litros de agua y que nos acompañe a todas partes. Las bebidas azucaradas no tienen nutrientes de calidad, así que no aportan nada que no sea azúcar puro y duro, lo que después se convertirá en nuestro organismo en calorías inútiles que se transformarán en grasa si no las usamos. Además, aumentan el riesgo de obesidad y diabetes tipo 2.

La importancia de dormir

Entre 7 y 9 horas. Es absolutamente imprescindible. Las personas que duermen menos tienen más antojos insanos durante el día y son menos capaces de controlar su apetito. No son pocos los estudios, como éste, que asocia la falta de sueño con la obesidad. Aplícate el cuento y trata de dormir 8 horas todos los días, ya que también lo notarás en tu salud.

No a las dietas milagro

¿Te ofrecen sustituir varias comidas por batidos o mejunjes de cualquier clase? ¿Te dicen que debes evitar ciertos grupos de alimentos? Olvídalo. Una dieta milagro reduce drásticamente las calorías por un periodo de tiempo determinado, pero luego, cuando volvemos a la realidad y tras un mes no hemos cambiado de hábitos, que es lo que realmente importa, tendremos un efecto rebote de aúpa que nos hará coger todos esos kilos que habíamos perdido (y más).

Déficit calórico

Como hemos comentado en otros artículos, no hace falta entrar en barrena y consumir solo 800 calorías diarias para adelgazar. Es mejor ir despacio y conseguir lo que los dietistas-nutricionistas llaman “adherencia”, un concepto muy importante que trata sobre la capacidad de una persona de hacer un determinado régimen sin pasarlo mal y abandonarlo a las dos semanas. Dependiendo de tu genética, somatotipo, metabolismo…si tu cuerpo consume 2.000 calorías, es necesario que consumas menos para empezar a perder peso. 1.700, por ejemplo, sería suficiente.

No a los productos ultraprocesados

Según un estudio en The American Journal of Clinical Nutrition, los productos ultraprocesados como los cereales de desayuno, la bollería industrial o las carnes procesadas son, en gran medida, culpables de la epidemia de obesidad que vivimos en la actualidad. Hemos de aprender a hacer la compra, tomar frutas y verduras, proteínas magras, cereales enteros…es cierto que puede suponer un gasto mayor que comprar unas galletas y unas pizzas, pero nuestra cintura y nuestra salud lo agradecerá.

No hace falta cargarse los hidratos ni las grasas

¿Los hidratos de carbono engordan? Eso es un mito como una catedral, como aquel que ya desmontó el dietista-nutricionista Aitor Sánchez en un libro ‘Mi dieta cojea’ sobre que no hay que comer hidratos de carbono a la hora de cenar. No hay más que fijarse en los japoneses, que consumen generosas cantidades de arroz y están delgados. Las grasas tampoco son el enemigo, ya que las provenientes de aceite de oliva, frutos secos o salmón, por ejemplo, pueden incluso ayudarnos a adelgazar.

Priorizar el entrenamiento de fuerza sobre el cardio

No es extraño, sobre todo en el caso de las mujeres, ver cómo pasan horas y horas en clases colectivas o matándose a hacer ejercicio cardiovascular en la cinta, en la elíptica o en la bicicleta con el objetivo de quemar grasa. Pues bien, Sergio Espinar, farmacéutico y especialista en nutrición deportiva, propone todo lo contrario, y respaldado por la ciencia. No hay mejor manera de quemar grasa que priorizar el entrenamiento de fuerza por encima del ejercicio cardiovascular.