Las trufas son un manjar exquisito y delicioso, algunos dicen que es afrodisíaco y, kg por kg, el alimento más caro del mundo. No en vano, puede costar hasta 3.000 euros. Si vas a Francia e Italia, podrás aprender rápidamente por qué las trufas blancas están bajo asedio: actualmente, están escaseando. Se trafican como si fuesen drogas y se está creando un mercado negro alrededor de este producto que provoca robos e incluso violencia.

Las trufas blancas no son un hongo que cualquiera pueda incluir en su dieta, ya que además solo están disponibles un par de meses al año, y hay cada vez menos, y de menor calidad. Crecen a unos 30 centímetros bajo tierra, y solo pueden encontrarse con la ayuda de cerdos o perros adiestrados. Son, en resumen, el producto de lujo perfecto para paladares exquisitos y con los bolsillos llenos.

A diferencia de las trufas negras, (tuber melanosporum) que son también muy cotizadas pero más comunes, las trufas blancas italianas (tuber magnatum pico) son una auténtica rareza que se da solamente en Italia, en la zona del Piamonte y se caracterizan por su color pálido en el exterior y el color marrón o amarillo en su interior.

Su sabor y aroma muy intensos, y se usan comúnmente para aromatizar aceites y huevos para consumirse crudas rallando una pequeña parte encima del plato ya que esta trufa pierde parte de su aroma al ser cocinada.

El 6 de diciembre de 2014, Sabatini Tartufi vendió una trufa blanca a un comprador taiwanés por 61.250 dólares en la casa de subastas Sotheby´s de Nueva York. Su peso inicial era de 1.890 gramos, que disminuyó tras deshidratarse durante la semana posterior a su hallazgo en Italia.