Ha sido la Universidad de Australia la que ha puesto en marcha un estudio pionero con voluntarios donde una píldora electrónica podría ser útil para diagnosticar enfermedades, mejorar las dietas y sondear el aparato digestivo.

Parece ciencia ficción, pero no lo es. La cápsula es comestible, no perjudica la salud, y se introduce por vía oral. Los datos que aporta permiten medir los niveles de los diferentes gases a lo largo del aparato digestivo, identificar cómo cambia la actividad intestinalsegún los alimentos que ingiere una persona, lo que sería perfecto para realizar dietas casi personalizadas.

El objetivo a largo plazo es diagnosticar enfermedades del aparato digestivo, prevenirlas, pero mientras tanto permiten ver cómo se comparta el cuerpo, el intestino, según lo que comemos.

“Los sensores comestibles son una tecnología potencialmente muy útil para monitorizar la salud humana. Nuestra cápsula ofrece una herramienta precisa y segura para evaluar los efectos de las dietas y tiene el potencial para utilizarse con fines diagnósticos”, afirman.

¿Será el futuro de la ciencia aplicado a la nutrición?