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La insuficiencia cardíaca, una epidemia cardiovascular

Actualmente, la insuficiencia cardíaca (IC) es una epidemia cardiovascular. En España se estima que una de cada 5 personas mayores de 65 años padecerá esta enfermedad.

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La insuficiencia cardiaca, una epidemia cardiovascular.
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En los últimos años la prevalencia de la insuficiencia cardiaca ha aumentado de forma exponencial, por lo que se trata de una epidemia cardiovascular. En la década de los 90, padecían la enfermedad 9 millones de personas en el mundo; en la década de los 2000 alrededor de 18 millones y en el año 2011, veinticinco millones. La estimación para el 2018 está en 45 millones. En España se calcula que una de cada 5 personas mayores de 65 años padecerá la enfermedad.

Las últimas Guías de Práctica Clínica otorgan la máxima recomendación y evidencia científica al uso de biomarcadores tanto para el diagnóstico como para el pronóstico de pacientes con insuficiencia cardíaca aguda y crónica.

Por ello, para actualizar el papel del laboratorio en el manejo de una enfermedad tan prevalente como la insuficiencia cardíaca, especialistas en Análisis Clínicos y Cardiología se reunieron en el marco del curso “Actualización del manejo de los marcadores bioquímicos en el paciente con insuficiencia cardíaca”, que organizó la Comisión de Magnitudes Bioquímicas relacionadas con la Urgencia Médica de la Sociedad Española de Medicina de Laboratorio.

Biomarcadores en insuficiencia cardíaca

A partir del año 2000 los péptidos natriuréticos han sido los marcadores bioquímicos más habitualmente utilizados para alcanzar el diagnóstico de exclusión de la insuficiencia cardíaca, así como para estudiar su evolución y pronóstico. Sin embargo, actualmente se estima que su uso en los Servicios de Urgencias Hospitalarias no alcanza el 70%.

El uso de los péptidos natriuréticos aporta beneficios significativos en el diagnóstico y control de la insuficiencia cardíaca. Así, está indicado en el estudio diagnóstico de los pacientes que acuden a urgencias con disnea aguda y sin diagnóstico previo de insuficiencia cardíaca y en los pacientes ambulatorios con criterios clínicos sugestivos de esta patología. Otro importante beneficio añadido de los péptidos natriuréticos es su valor pronóstico, ayudando a la toma de decisiones respecto al nivel de ingreso requerido, alta hospitalaria o derivación al especialista o a urgencias en los pacientes crónicos. Además, el uso de los péptidos natriuréticos puede contribuir a la toma de ciertas decisiones relativas al uso o retirada de dispositivos, indicación de trasplante cardíaco o terapias de soporte circulatorio o en la evaluación de la cardiotoxicidad por tratamientos de quimioterapia.

Recientemente, la Sociedad Española de Cardiología en colaboración con otras Sociedades Médicas de nuestro país ha publicado un documento de consenso para el uso de los péptidos natriuréticos, que junto a la reciente Guía de Práctica Clínica de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC), modifica y aclara la estrategia bioquímica para el manejo del paciente con sospecha de IC o una vez diagnosticado.

En este sentido, para la Dra. Galán, “el consenso nacional sobre el uso de los péptidos natriuréticos proporciona unas recomendaciones consensuadas, útiles y claras de cómo utilizar estos biomarcadores de forma racionalizada”. Cabe destacar como principales novedades dar la máxima recomendación a la medición de péptidos natriuréticos en todo paciente que acuda a un Servicio de Urgencias con disnea aguda sin diagnóstico previo de IC y el establecimiento de recomendaciones para la medida seriada de estos biomarcadores como apoyo al criterio clínico en el seguimiento. Además, se recogen una serie de circunstancias que deben ser consideradas en la interpretación de las concentraciones de estos biomarcadores y se establecen recomendaciones para su uso en el ámbito ambulatorio.