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Cinco objetos domésticos que te harán disfrutar sin pisar un sex-shop


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Pareja abrazándose sobre una lavadora

El cuerpo, apunta Óscar Pierre Fernández, ya está dotado de todo lo necesario para obtener placer. No hace falta añadir nada más en nuestra anatomía si lo que queremos es llegar al clímax. De hecho, lo que el propietario de la cadena de supermercados eróticos Lys Store recomienda siempre que le preguntan por algo para avivar la llama sexual, su respuesta es bien sencilla: tiempo. Con salirse del estrés diario, la rutina y acondicionar un espacio común libre de horarios se puede dar un considerable salto cualitativo de nuestras relaciones. Si además añadimos un objeto, un plus, la experiencia resultará más completa.

Para lograr esa herramienta extra no hace falta salir de casa. En nuestro propio rincón doméstico contamos con algunos objetos que, sin tener tal fin, pueden ser utilizados como juguetes eróticos. Hay que adoptar, eso sí, una serie de precauciones que consigan su imprevisto objetivo sin causar daños secundarios. "Los productos de una tienda especializada están 100% pensados para eso, pero no los de nuestro hogar. Hay muchos tutoriales y mucha imaginación personal como para imaginar cómo usarlos, pero a veces hay que tener unas medidas básicas", opina el responsable de Lys Store. "Pueden ser muy placenteros siempre que se respete una lógica de higiene y sentido común. No suele haber problemas", atestigua el ginecólogo Eduardo Cubillo.

En la siguiente lista hay un adelanto de cinco ideas para aquellos que se lancen a lo amateur antes de dar el salto a lo profesional:

1. Frutas, hortalizas y otros alimentos

Las frutas como el plátano o verduras como el pepino son objetos que se pueden usar como consolador, pero hay que tener en cuenta dos factores esenciales: uno es el tamaño, que se adecúe a nuestros límites, y otro la protección. "En otro término, las frutas o verduras que no sean empleadas directamente como elementos de estimulación genital sí que funcionan como complementos: chocolate, nata, caramelo...", explica José Bustamante, vicepresidente de la Asociación de Especialistas en Sexología (AES), "pero, sea como fuere, siempre hay que tener en cuenta que esté todo limpio, que no pueda partirse y que se ponga un preservativo a modo de esterilizante. El contacto con los genitales puede desembocar en desgarres, cistitis o irritación".

2. Móvil o lavadora

¿A quién no le ha sobresaltado el cosquilleo del móvil vibrando en el bolsillo? Pues sí, ese cimbreo también puede tener un papel especial en las zonas erógenas, es una forma de suplir un vibrador. Claro, que el teléfono sólo tiene una velocidad de vibración, no cuenta con la silueta ergonómica de los juguetes concretos y sus funciones son tan variadas que hay que tener bien claro que no estén abiertas la pestañas de la cámara, las llamadas o los mensajes de texto, a ver si emitimos un envío menos deseado que los que llegan al correo no deseado. "La idea es introducir elementos que nos parezcan sugerentes, que nos den morbo", cuenta Bustamante. El ejemplo de los móviles o de sentarse sobre la lavadora en marcha son válidos siempre que se cuiden dos aspectos básicos, en orden de importancia: la corriente eléctrica, no vayamos a tener un orgasmo tan electrizante y la posibilidad de tener alguna alergia al plástico o los metales.

3. Ducha

En sí misma ya es una actividad placentera. Dejar que caiga el agua caliente por la espalda o cambiar la presión y temperatura para relajarnos o espabilarnos supone un gozo al alcance de nuestras manos. Además, la ducha es el consolador accidental más utilizado. Dirigir el chorro de agua hacia las zonas genitales provoca sensaciones intensas y deleitosas. El mayor inconveniente –aparte del gasto medioambiental- tiene que ver con "el desequilibrio entre vagina y bacterias anaeróbicas" o, lo que es lo mismo, las impulsoras de infecciones en las zonas genitales, según expresa el ginecólogo Javier del Pozo Roselló en el consultorio virtual del Centro Médico Teknon.

4. Cepillo del pelo

"Un cepillo con las cerdas suaves es uno de los elementos fundamentales para estimular las zonas sensibles del cuerpo", sostiene Óscar Pierre Fernández. 'Peinar' la espalda o el interior de los muslos puede ser un buen inicio para seguir masajeando de forma manual o incluso para terminar introduciendo el mango en los orificios de nuestro cuerpo. En este sentido, las precauciones son similares a las de las frutas o verduras: cubrir con preservativo, cuidar que no haya nada cortante y, como apunta el especialista en juguetes eróticos, "jamás olvides que todos los objetos deben utilizarse en combinación con lubricantes, de esta forma cada experiencia resulta de lo más agradable, libre de roces o posibles irritaciones. Además, los más recomendables son aquellos fabricados a base de agua, ya que los formulados con aceite o vaselina pueden aumentar el riesgo de infecciones o dañar los condones de látex".

5. Cinturón, sábanas o corbatas

Además de posiciones o lugares nuevos, el morbo de incluir parafernalia erótica en las relaciones proporciona una dosis de lujuria. Corbatas, cinturones o sábanas son aptas para atar, apretar o amordazar, pero siempre manteniendo especial cuidado en que no altere peligrosamente el flujo sanguíneo o impida acciones básicas como respirar. Sylvia de Béjar, especialista en sexualidad, contempla dos acciones principales en el juego sexual con estos objetos: la privación sensorial (tapar los ojos u oídos) y la inmovilización (esposar las manos, paralizar una parte del cuerpo) y aconseja llevar a cabo la sesión de forma ascendente. Siempre, argumenta, hay que empezar de menos a más, poner límites realistas, dejar bien claro hasta dónde llegar y no hacer nada hasta que no estemos seguros de que, bajo ningún concepto, puede producirse algo inesperado.