¿Qué fue de las víctimas de Indurain?: Claudio Chiappucci
El exciclista italiano (59 años), uno de los más combativos de todos los tiempos, mantuvo una estrecha rivalidad con Indurain en Giro y Tour.
Claudio Chiappucci (Uboldo, Italia, 59 años) dejó su sello en la década de los 90 para convertirse en uno de los mejores escaladores y más combativos corredores de todos los tiempos. Algo que, para su desgracia, no le sirvió para batir a quien él mismo llegó a calificar como un "extraterrestre": Miguel Indurain. El italiano fue en su época lo que el mítico Raymond Poulidor en la suya, es decir, recibió la etiqueta, muchas veces tan injusta en el deporte, de segundón, ya que nunca superó en sus duelos particulares en Tour de Francia y Giro de Italia al gigante navarro.
Antes de medirse con Miguelón de tú a tú, Chiappucci explotó sus cualidades en la Grande Boucle de 1990, donde sólo el legendario Greg LeMond, en lo que iba a ser tu tercera y última conquista en la ronda francesa, pudo con él gracias a la contrarreloj de Lac de Vassivière, cuando el corredor lombardo era maillot amarillo. Fue el comienzo de una racha de podios espectacular en grandes vueltas para El Diablo, el apodo que siempre acompañó a Claudio durante su carrera, fiel reflejo de su inconformismo y carácter competitivo. En 1991, Chiappucci acarició la victoria en el Giro (segundo, por detrás de Franco Chioccioli), además de repetir cajón en el podio de París por segundo año consecutivo. Fue tercero, por detrás de unos Bugno e Indurain muy superiores en las cronos, pero dejó para el recuerdo la mejor victoria de aquella edición en Val Louron después de una cabalgada lejanísima junto al campeón español. Ese día, Indurain se vistió de amarillo y encarriló la general, por lo que no le disputó la llegada al bueno de Chiappucci.
Por si fuera poco, en ese portentoso año 1991, el italiano firmó el que probablemente sea el triunfo de mayor enjundia de su carrera. En la Milán-San Remo, uno de los cinco monumentos del ciclismo, históricamente dominado por velocistas, El Diablo atacó a 170 km de meta, en el descenso de Turchino, para dar caza al resto de fugados. Con un ritmo imperial fue dejándolos en la estacada uno a uno, hasta que en la subida final al Poggio se marchó en solitario para obtener, como confesó después, su "victoria más especial". Pero en en Tour de 1992, con la confianza de los podios de la temporada anterior y el que sumó ese mismo año en la Corsa Rosa (segundo, detrás de Indurain), el italiano culminó su mejor obra ante su gente de Sestriere. Con pocas opciones de remontada ante la solidez de Indurain, el italiano planteó una jornada al ataque casi suicida, ya que atacó cuando restaban 184 km para línea de meta, de una etapa tremenda de 254. Pese a la agonía final, Chiappucci lo consiguió casi todo: coronó todos los puertos del día en cabeza, soltó a todos sus compañeros de fuga y ganó la etapa en solitario. Lo único que no pudo lograr fue vestirse de amarillo, ya que Indurain pudo salvar el liderato para coronarse en París justo por delante del italiano.
En 1993 completó su último año en los podios de una grande con el tercer puesto en el segundo Giro conquistado por Indurain. Fue el principio del declive de un corredor que tuvo una explosión tan intensa como fugaz. Uno de sus últimos éxitos de prestigio llegó con la general de la Volta a Catalunya (1994), antes de que el propio Diablo iniciase su caída a los infiernos... Su infinito carisma seguía intacto, pero para 1996, el rendimiento sobre la bicicleta del italiano era una sombra de lo que antaño fue. Al año siguiente, el equipo Carrera, donde militó toda su vida, quedó rebautizado como el Asics, en un último intento desesperado por relanzar una estructura en la que estuvo involucrado el polémico doctor Ferrari, todo un pionero de la EPO... En pleno Tour de Romandía, carrera que serviría de preparación para el Giro, Chiappucci fue expulsado por superar la tasa de hematocrito permitida por la UCI en los análisis, lo que a su vez le impidió participar en esa Corsa Rosa. Casi seis meses más tarde llegó la 'puntilla' cuando el italiano volvió a incumplir la normativa de los niveles de hematocrito permitidos, por lo que no pudo participar con Italia en los Mundiales de San Sebastián de 1997.
Ese revuelo acabó con una investigación policial que llevó a Chiappucci a los juzgados, donde confesó haberse dopado con EPO desde 1993, aunque más tarde se retractó públicamente de sus propias declaraciones en un intento desesperado por lavar su imagen. El adiós definitivo al triste final de su carrera deportiva lo puso Chiappucci en 1999, temporada en la que colgó la bicicleta en las filas del modesto Amica Chips, marca de patatas fritas que llegó a promocionar el actor de cine para adultos, Rocco Siffredi. En la actualidad, Chiappucci sigue gozando del cariño de los aficionados en las marchas cicloturistas donde actúa como embajador (también compitió en la Titan Desert), además de ser todo un reclamo publicitario para muchas marcas. También fue comentarista para la RAI y participó en L'isola dei famosi, el formato italiano del reality Supervivientes donde, como no podía ser de otro modo, acabó en segundo lugar. Genio y figura.