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TOUR DE FRANCIA | ETAPA 14

El filósofo se mete en la pelea

Martin entró en la pugna por el cajón de París gracias a su fuga. El francés, de 28 años, marchaba noveno (a 9:29) y se situó segundo, a 4:04

FranciaActualizado a
El filósofo se mete en la pelea
CHEMA DÍAZDIARIO AS

Guillaume Martin se metió en la pelea por el cajón de París gracias a su fuga por los Pirineos Orientales. El francés, de 28 años, marchaba noveno (a 9:29) y se situó segundo, a 4:04. Licenciado en Filosofía, escritor y ciclista. Accedió al campo profesional con el Wanty en 2016, firmó por el Cofidis para 2020 (y hasta 2022) y suma siete victorias en su currículum. Como él mismo explicó a AS: “Una persona con un oficio e inquietudes lejos de su zona de confort”. Su trabajo de fin de máster lo tituló Nietzsche y el deporte, tiene una novela publicada (Sócrates en bicicleta) y otra obra de teatro estrenada (Platón y Platoche): “Resulta tanto o más importante luchar por la excelencia en el deporte, al competir, como contar con una formación académica y disfrutar de lo que te apasiona fuera de la carretera”.

Martin se encuentra en su quinta participación en el Tour. Desde su debut en 2017 no ha parado de dar pasitos adelante: 23º en aquella edición; 21º en 2018; 12º en 2019; 11º en 2020… y lo que toque ahora. El curso pasado dobló en la Vuelta, acabó 14º y conquistó el maillot de la montaña. En Brest hablaba de “un triunfo parcial” y del “jersey a topos” como “objetivos realistas y muy ilusionantes”: “Prefiero marcarme desafíos alcanzables. Aunque combatir por el podio no entraba en los planes al arrancar la carrera, tampoco negaré que me gusta mirar a la clasificación y que únicamente un corredor me supere en esa tabla. Sé que me costará seguir el ritmo de los aspirantes al título, pero lo intentaré”.

Los medios de comunicación y los aficionados franceses le consideraron “la revelación” del Tour de 2020, cuando se hallaba tercero y a sólo 28 segundos de Primoz Roglic. Sin embargo, explotó, lastrado por molestias de espalda. De nuevo se le señala como “la esperanza del país”, una etiqueta que no le molesta: “Me encanta reconfirmarme, continuar con un crecimiento progresivo. Se trata de un proceso de enriquecimiento personal y de adquirir experiencia. No me presiono por las expectativas, porque esto es como un juego: hay que buscar ser el mejor. Si no lo logro, al menos habré ofrecido el máximo de mí”. Con Martin todo parece sencillo.